«y luego empiece a leer el periódico todavía impreso en papel» (Manuel Vicent)
Viernes 3. Providencial mi lamento de ayer. Después de veintidós días, hoy ha sido el primero que he leído el periódico en papel. Gracias a los aplausos. Las dos acepciones de aplaudir son «palmotear en señal de aprobación o entusiasmo» y «celebrar a alguien o algo con palabras u otras demostraciones»; y creo que a ambas concierne el gesto que nos lleva a los balcones todas las tardes a las ocho. Visto lo visto, cabría ampliarlas con otras definiciones como poner de acuerdo voluntades y ánimos, colaborar con otros, acabar con una dificultad o problema, e incluso, qué sé yo, la de socorrer al prójimo. Resulta que ayer, a la hora de los aplausos, pregunté a mi vecino A., el ruidoso —y generoso—, si sabía el teléfono del kiosco, porque recuerdo que, al menos hace unos años, B. usaba a veces un antiguo teléfono góndola. Él sale todos los días con sus perros y me aseguró que conseguiría el número. Mi vecina T. lo escuchó desde enfrente y me dijo que ella también sale con su perrito y que puede recogerme el periódico para dejármelo en la puerta sobre la una y media. Esta mañana mi vecino A., a primera hora, me ha voceado desde la calle los números del móvil de B., con quien he hablado al instante para decirle que pase mi tarjeta de suscriptor todos los días que no he recogido la prensa, y mi vecina T. me ha llamado a la una y dieciocho minutos para que baje a recoger mi ejemplar de El País, que hoy he disfrutado de especial manera. Que si necesito pan o cualquier cosa. Que me lo trae y que todos los días me avisará para que recoja mi periódico. Mi dama del perrito. Salvando las distancias. Después de tantas horas frente a la pantalla del ordenador, girar la cabeza levemente a la izquierda y luego a la derecha, de la página par a la página impar, y continuar repitiendo ese recorrido visual pasando hojas en casi una treintena de ocasiones, desde la cabecera a la última, me ha parecido un acto celebrativo, palabra que no existe en español.
Hoy he bajado a comprar. Atesoro el periódico con avaricia.
ResponderEliminarÁnimo, Miguel Ángel.
Querido Pedro: Gracias. ¿Cómo estás? Un abrazo enorme.
ResponderEliminarÁnimo también.