sábado, septiembre 15, 2018

El club de la comedia

Tienen el escenario y los focos. El escenario puede ser la calle, un pasillo o el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Los focos pueden ser de verdad, como en el teatro, o las luces de las cámaras que graban o, simplemente, los flashes de las fotográficas. También tienen los aplausos, en vivo y en directo, como en cualquier espectáculo que se precie. Por ejemplo, en el discurso del presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, cuando hace el chiste de que hay dos Valles de los Caídos, uno el que está «cerca de El Escorial», y otro el que está en La Moncloa, en el que ya han caído dos ministros —él y ella— y una directora general. Luego, o antes, da igual, sale la exministra de Sanidad, Carmen Montón, que dice a propósito de las sospechas de irregularidades sobre su máster en la Universidad Rey Juan Carlos que «fue hace ocho años y a estas alturas me supone un gran esfuerzo recordar y recuperar el trabajo que hice». Otro chiste. Sin aplausos. ¿Ocho años? No hace nada que me puse, como muchos compañeros que conozco, a defender mi currículum con documentos originales que provienen de hace treinta años. Mañana podría mostrar un ejemplar de mi tesina de licenciatura, encuadernado en pasta dura marrón, un mecanoscrito que tiene la friolera de treinta y dos años. También conservo los trabajos que hice en la carrera y en varias carpetas de mi ordenador tengo hasta tres versiones de una treintena de trabajos de fin de máster de mis alumnos, por si alguno tiene la necesidad algún día de demostrar que lo hizo. Mi tesis está publicada en otro formato, distinto al que fue cuando la defendí; pero mis trabajos, y los de todos mis compañeros pueden leerse en la red, y a ninguno se nos traspapela nada que pueda probar lo que hemos hecho para que alguien de los ministerios a los que acceden los de los másteres de filfa nos reconozca que los profesores e investigadores no somos unos gandules. Qué lástima que ya no esté Eva Hache para presentar de otro modo esta comedieta vulgar a la que tanto contribuyen —será porque no está ya E. H.— los medios de comunicación que tanta cancha dan a futbolistas de primera como a políticos de segunda. Menos mal que los filósofos, los que juegan al ajedrez, los maestros de escuela y miles de personas con dignidad no salen en esos medios en los que siguen trabajando tan dignas mujeres como Pepa Bueno o Àngels Barceló. Claro, ellas no pueden compararse con la Hache en dirigir el desalentador teatrillo de casi todos los días. Comencé a escribir esta entrada ayer y me alegro hoy de leer en el editorial de El País —que en pág. 34 de su edición en papel trae la flaqueza ortográfica «La juez no haya ni rastro del dinero» cuando trata el caso IVAM— «Cortina de humo», sobre el asunto de la tesis doctoral de Pedro Sánchez, que «Las acusaciones sin pruebas no hacen más transparente la vida política española. Más bien lo contrario: en la versión ibérica de Trump, reducen la política a la cultura del espectáculo». Eso, más o menos, el club de la comedia. Lástima.

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