«Sigue Heterónima, sí, en sus trece, tendiendo lazos entre la casa y el camino, entre nuevos y viejos alumnos, entre asiduos visitantes y recónditos invitados». Son palabras de la «Salutación» (pág. 6) de este nuevo número de la revista de creación y crítica que nació por estos meses de 2015. Me he traído a casa un ejemplar del despacho de José Luis Bernal, el decano de mi facultad, que acoge esta publicación —«verdadero mecenas de este proyecto», se le llama en esas páginas—, en el que también estaba el exultante director de Heterónima, Antonio Rivero Machina, que ha aprobado las oposiciones de profesor de Enseñanza Secundaria en Lengua y Literatura, como Sandra Benito, secretaria de redacción, y como Ismael López Martín, que forma parte del consejo de redacción de la revista. Todos han sido alumnos. Y hay más en este empeño; y será una alegría —porque lo será— saber que todos irán colocándose para trabajar como interinos y luego con plaza en una profesión que los necesita, porque estoy convencido de que haremos una sociedad mejor si ellos, esta juventud, toma las riendas de una educación maltrecha por los políticos. Recomiendo vivamente la lectura de este nuevo número de Heterónima, que ya está disponible en su página. Si sigo el orden de sus apellidos como Revista de creación y crítica, y no el de su índice, se impone el gusto de haber leído publicado un poema de Patricia Amigo, que forma parte también de esta familia de la Facultad de la que estoy hablando y de la que espero seguir hablando los años que me queden de vida. Por su modestia la destaco al lado de grandes como Santos Domínguez y de poemas tan sugerentes como los de Aitor Francos, Emilia Oliva o Javier Pérez Walias, que es entrevistado en unas páginas de la sección de «Crítica» que contienen respuestas elocuentes, por ejemplo, sobre la situación de la educación. Otra vez. Julio Neira republica y revisa un antiguo artículo dedicado a la poesía de su maestro Juan Manuel Rozas y David Matías pone la guinda de este número con su artículo «El feminismo y los sacerdotes de la literatura», tan justificado —sobre la opinión de Vargas Llosa— que hará de esta entrega de Heterónima un sitio de debate necesario. Me alegro mucho de haber estado esta mañana, otra vez, en el despacho del decano.
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