Generosa poesía! Nos acoges
con qué oído, qué atención interminable!
Nuestra pequeñez juega en tu pecho
y sólo allí somos importantes.
Cada paso, cada eco, cada pena,
cada sucedido que sólo retumba en nuestro pecho,
te encuentra presta, vacía, allí esperándonos,
oyéndonos allí (¿en dónde?), alta, oyéndonos.
Es como un paraje de aguas al que bajáramos rápidos,
allí el silencio, allí el sonido eterno de las aguas
cayendo entre las piedras, a alturas desiguales,
allí lo que no cesa, cuando ya hemos partido.
—Fina García Marruz—
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