© Alonso Gil. HOY
Cuando concedieron la Medalla de Extremadura a José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1948), que falleció ayer viernes 29 de mayo en Madrid, recordé aquí que el profesor y crítico Manuel Simón Viola, editor de su poesía reunida La huella del aire (Poesía 1976-2001) (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2004), había aplicado al escritor las palabras con las que Moreno Villa definió a otro extremeño como Enrique Díez-Canedo: «Fue jovial, animoso y poeta, jugó limpio, vivió en impecable lealtad y ponderación, no dejó un solo enemigo». Sí, José Miguel Santiago Castelo, fue jovial, poeta, animoso, ponderado, impecablemente leal, sin enemigos... Y escribí que Santiago Castelo tenía el don de los pintores venerados, a quienes piden sus pupilos trazos naturales e imposibles: —Maestro, pinte usted una tarde, pero un poquito solo. Y el maestro, entonces: «En esta tarde así, bajo la ropa / tendida en la azotea, yo quisiera / diluirme en los malvas y en los ocres / que bajan hacia el mar entre las huertas...» («Azotea», de Cuerpo cierto). Ahora, en este trance, se me ocurren otros calificativos. Como resistente o luchador. Porque desde el 16 de febrero de este año, cuando me llamó un buen amigo de Castelo para decirme que se nos iba, que estaba muriéndose, hasta ayer, cuando Carlos Medrano me telefoneó para comunicarme la noticia infausta, José Miguel ha estado resistiendo, como si nos dijese: —«¿Y quién os ha dicho que tengo que marcharme ya?». Así ha sido con el final que me anunció un abatido Javier Pizarro el miércoles 20 de este mes, como si le quedasen horas. Y Castelo resistiendo tenaz. Más días. Hasta ayer. Hoy leo en papel su periódico de toda la vida, su ABC, y las palabras cariñosas que le dedican escritores, compañeros y amigos; y rastreo su presencia en estas mis notas de bitácora en los últimos años. Sí, aquel comentario del verano de 2006 sobre la Medalla de Extremadura; pero también otro del verano siguiente por el Premio Luca de Tena a su actividad periodística; o aquel sobre su libro Quilombo (2008); o el del sentido La hermana muerta dedicado a su hermana Lola (1952-2009), y que leí por Todos los Santos; hasta su visita a la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, hace ahora tres años, en la que cautivó a todos los que le escuchamos. Descanse en paz. Su entierro será mañana domingo en Granja de Torrehermosa, que ha declarado tres días de luto por su muerte, a las 16:30 horas en la Iglesia parroquial de la Purísima Concepción.
En octubre de 2004 visitó el Aula de Literatura de la Universidad Popular Peleña y nos dejó una muestra de su generosidad y su cercanía. Descanse en paz.
ResponderEliminar