Hace poco me traje de Zafra este libro: Recuerdo de Mi Primera Comunión (Bilbao, Editorial Vasco Americana, 1963), con imprimatur del Dr. León Mª Martínez, Vicario Gral., y Nihil obstat del Lic. Epifanio Mezo, Censor Ecco. Mi madre lo tendría por allí, en algún estante durante años, y ha aparecido en un cajón, a resguardo entre cosas importantes. Lo celebro. El libro, ilustrado por alguien cuyo nombre no aparece en ningún lugar, está lleno de hallazgos —«Soy pequeño, y es muy poco lo que puedo ofrecerte. Pero te prometo, Jesús mío, que he de amarte durante toda mi vida para que estés contento de mí»—, tiene oraciones —el Padre Nuestro de entonces, una a la Virgen y otra a la Santa Hostia— y páginas para autógrafos, fotografías, un espacio para pegar el recordatorio —ahí está, con su fecha de 10 de mayo de 1970—, recuerdos curiosos... En estos, unas líneas con mi letra de siete años cuentan algo de la procesión por la mañana y que «me dieron de regalo dinero». Pero la mayor parte de las páginas llevan la letra de mi madre, que es la que anota quiénes vinieron a casa para celebrarlo, quiénes me felicitaron, qué otros regalos me hicieron —«un cubierto, un cuento, cuatro estuches de caramelos, la medalla y la cadena, siete cajas de bombones y unos zapatos»—, y la que remata el libro en la sección «Me propongo desde hoy», con su letra elegante y protectora: «Ser bueno y obediente». Me lo dicen sus ojos cada vez que me despido de ella para volver a mi casa: «Ser bueno y obediente».
ResponderEliminarCuando ya estaba a punto de irme a la cama me encuentro con este tesorio Miguel Ängel. Y me quedo para mí con la letra elegante de tu madre y tu mirada al contemplarla. Me voy con esa imagen y para que no se me olvide vuelvo a leer lo que dices y vuelvo a sentirme un pequeño Lamita bueno y obediente para siempre.
Gracias, Antonio. ¿Lograste recuperar tu teléfono?
ResponderEliminarTu Lamita bueno.
Un abrazo.