viernes, agosto 29, 2014

Glorias de Zafra (V)


Cuando a mi madre no le sale la voz del cuerpo y habla muy bajito, yo acerco la oreja a su boca para escuchar y ella aprovecha para besarme entre el lóbulo y la mejilla; la jodía. Esos días se repone si descansa en la cama largo rato y si luego come lo que le gusta. A media tarde, una dulce reminiscencia de mi infancia, «las legítimas y acreditadas tortas de aceite de Inés Rosales» de Castilleja de la Cuesta. En la comida me ha sorprendido a veces al pedirme una copita de vino, como cuando se fue muriendo en directo Adolfo Suárez. La vi lamentarlo, aunque le llamase unas veces Alfonso y otras Antonio; y puedo decir que fue la primera en darme la noticia: —«Ha muerto», dijo. Fue lo que leyó en un llamativo faldón de la pantalla. Y luego añadió: —«Suárez». Aquel domingo de marzo nos dieron ganas de calamares fritos, por el olor que venía del bar de abajo —otro recuerdo de la infancia— y que entraba por la cocina. Comió pescado, que le gusta mucho. Hoy cumple 91 años y vamos a ir a Zafra para estar con ella. Ya no lee; pero voy a llevarle para que lo tenga lo que me publicó Ezequías Blanco en el último número extraordinario de Cuadernos del Matemático. Son solo dos páginas; las que ilustran por la cabeza y por el pie este asiento de blog. Lo titulé Palabras para Justa. Felicidades.

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