Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), en su despedida como gobernador del Banco de España —dicen que de haber sido cesado no cobraría los once mil euros al mes que le pagarán durante dos años por no haberlo sido—, ha evocado hoy a Lao Tse: "Cuando el fango descienda, el agua volverá a ser clara". No me preocupa si la frase tiene dos mil quinientos años o si es un error decir como ha dicho algún medio que proviene de El arte de la guerra de Sun Tzu, que MAFO no menciona —tengo en pdf los dos folios de su discurso esta mañana—, lógicamente; digo yo. Lo que realmente me preocupa es que la frase sea autoridad. Puesta en mi boca sin mencionar la fuente que mana y corre me convertiría en el hazmerreír de cualquier reunión. Me imagino decir "Si llenas el vaso hasta el borde rebosará" y salir corriendo para que no me linche un tío de la vara. También me inquieta lo de MAFO, que hoy ha dejado el puesto para que lo ocupe Luis Mª Lide (¿LUMALI?), el nuevo gobernador del Banco de España, un hombre sin posibilidades en esto de las siglas, cosa de otro siglo, como dijo Dámaso Alonso. LML no dice nada y LUMALI menos. Sin embargo, MAFO...; dónde va a parar en esto de los acrónimos. Es estupendo. Lo dicho: "Cuando el fango descienda, el agua volverá a ser clara". Y cuando el agua se enturbie, será el fango, que ha vuelto a subir. También me apetece escribir sobre el calor, que suele ser noticia a finales de junio.
martes, junio 26, 2012
sábado, junio 23, 2012
Coloquio de los perros
—Como no te cansas de persuadirme de que has oído hablar a los perros —dijo Isidro Timón a Emilio del Valle—, de buena gana adaptaré contigo ese coloquio, que por ser escrito y notado del bueno ingenio de Cervantes, ya le juzgo por bueno.
Y las cuatro manos de Isidro Timón y Emilio del Valle han seguido funcionando. Tras La Antígona del siglo XXI que vimos en el Festival de Mérida el verano pasado, llegó el jueves a Cáceres —después de su estreno en el Festival de Alcalá—, al XXIII Festival de Teatro Clásico. Buena entrada en la Plaza de San Jorge; muchas caras conocidas. Muchos amigos y familiares de Isidro, claro. Una buena noche y una buena noche de teatro. He abierto este texto así porque en el final de la novelita ejemplar de El casamiento engañoso, el licenciado Peralta y el alférez Campuzano hablan del diálogo entre dos perros, Cipión y Berganza. La novelita de Cervantes sirve de marco-prólogo al Coloquio de los perros y en esta versión de Emilio del Valle e Isidro Timón se preserva esa función, y se teatraliza, es decir, se lleva a la condición de marco estructural de un conjunto en el que van a estar Cipión y Berganza, sí, Peralta y Campuzano, sí, y los actores que hacen de Peralta, Campuzano, Cipión y Berganza: Chete Lera y Chema de Miguel, que, también, por qué no, hacen de ellos mismos. Y como realmente el Coloquio cervantino nace de un acto de lectura, el del licenciado Peralta, el Coloquio de Valle-Timón nace de un juego interpretativo que dota con acierto de teatralidad y de comicidad al genial diálogo de Cervantes. El conjunto entretiene, divierte y sabe mostrar la escritura y el pensamiento cervantinos a un público que admite con agrado algunas referencias a la actualidad, que no disuenan en la plática de los perros. El doble final, por último, logra un más que merecido doble aplauso de pieza y de marco. De lo mejorcito, junto a las Farsas y églogas de Lucas Fernández de Nao d'amores, de este festival.
miércoles, junio 20, 2012
Bulerías y Capital
No solo por esto merece la pena leer el blog de Javier Rodríguez Marcos, lleno de argumentos para fijarse en la letra pequeña de la literatura. Por la frescura, por el desahogo en estos tiempos, remito a esta entrada de primero de mes, como los recibos domiciliados.
martes, junio 19, 2012
De necrológica
La frase me la dijo al teléfono un peleño ilustre, ilustrado —con la luz en las palabras—, buena persona, extraordinario ciudadano:
—La muerte no para, como es natural.
—Luis Arroyo Masa—
jueves, junio 14, 2012
'In memoriam' Elsa Dehennin
Mi amiga Bénédicte Vauthier, profesora de la Universidad de Berna, me envía esta tarjeta que anuncia la presentación de un libro en memoria de la que fuese su maestra y amiga la hispanista Elsa Dehennin, fallecida en 2009. El homenaje se concreta en la edición del epistolario entre Elsa Dehennin y Jorge Guillén entre 1961 y 1981, y de unos estudios de la investigadora sobre el poeta vallisoletano-malagueño. En el acto de presentación de Granada, además de la editora, estarán Pedro M. Cátedra, Andrés Soria Olmedo y Antonio Carvajal.
miércoles, junio 13, 2012
lunes, junio 11, 2012
Sobre Farsas y églogas
© Fotografía de Ceferino López
Me alegra poder participar en la presencia del primer gran montaje de la vigésimo tercera edición del Festival de Teatro Clásico de Cáceres, en las Farsas y églogas de Lucas Fernández, coproducidas por dos viejas conocidas de este festival, la Compañía Nao d'amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Con motivo de la representación de este espectáculo el jueves 14 de junio, a las 22:45 en el escenario de la Plaza de las Veletas, hemos organizado, con la colaboración del Patronato de la Biblioteca Zamora Vicente, una mesa redonda en torno a esta propuesta de recuperación de un teatro muy poco llevado a las tablas. Será en la biblioteca (Cuesta de Aldana, 5), a las 18:30 horas. Participarán la directora de la compañía y de la obra, Ana Zamora, nieta de Alonso Zamora Vicente y de María Josefa Canellada —a la sazón, autora de la mejor edición de las farsas y églogas de Lucas Fernández, que publicara Editorial Castalia en 1976—, de Alicia Lázaro, directora musical del montaje, y de mi compañero Antonio Salvador Plans, catedrático de Historia de la Lengua, buen conocedor de hablas especiales de siglos pasados; aquí, del sayagués.
domingo, junio 10, 2012
Lo solo del animal (I)
Lo dije el otro día. Tiene uno la suerte de haber leído últimamente libros que tienen la capacidad de sugerir literariamente lo que la mayor parte de los libros de poemas no logra. Soy un gran lector de poesía solo por la cantidad, pero no soy buen lector de poesía. Quiero decir que no tengo buen ojo para captar de repente el buen poema. Necesito varias lecturas hasta llegar, a base de pasar y repasar el paño, a la brillantez de la obra. Para según qué poesía necesito leer más de tres veces un poema para desentrañar algo de lo que contiene. Tres y más; sobre todo si tengo que escribir sobre el texto o hablar de él en clase. Me ha pasado con tantos libros... A la postre, se establece con ellos una relación de dependencia nutricia en la que el lector siempre ocupa la posición de la cría necesitada de sustento. Ocurre en muchas ocasiones que cuanto más me exige el libro más y más me apasiona la lectura. No siempre; a veces, no llego y punto. No es el caso del último libro de Olvido García Valdés, Lo solo del animal (Barcelona, Tusquets, 2012). Con él me ha pasado lo mejor de lo que cuento. Cuesta más llegar a su centro que al de cualquier otro libro de poemas; me parece. Y en ello está su sentido e intención, creo. Y yo lo agradezco; pero no nos confundamos: sigue siendo igualmente difícil construir un discurso analítico convincente sobre una barquilla de Lope de Vega. En esta ocasión, ha sido el libro de Olvido el que me ha deparado este disfrute. Lo solo del animal parece un libro fragmentario y multiforme. Es un gran libro. Está dividido —mejor será decir puntuado— en cinco secuencias sin numerar: 'Sumido en sus sonidos', 'Una certeza de aristas leves', 'Aunque la pena no', 'Va el mirlo entre dos alas' y 'Me muevo al sol y pierdo'. Digo puntuado porque dividido puede ser demasiado severo ante la voluntad que yo veo en este libro de hacer un poema único, que tiene en su variedad de registros y en sus circunstancias y protagonistas cambiantes una de sus claves. Además, me gusta que estén presentes en él tres ausentes conocidos: Ángel Campos Pámpano, Fernando Urdiales y José-Miguel Ullán, por orden de aparición en la obra, que se cierra precisamente con el poema dedicado al poeta salmantino de Razón de nadie. Seguiré. Me queda lo más difícil, lo mejor.
sábado, junio 09, 2012
Festival de Teatro Clásico de Cáceres
© Cartel: obra de María Ramos
La próxima semana comienza la vigésimo tercera edición del Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Este año, sin Lecciones de teatro clásico. Información aquí.
viernes, junio 08, 2012
Antonio Gracia
Debo mucho a Antonio Gracia. La frase es más sencilla y menos solemne de lo que parece; y no solo porque no nos conozcamos personalmente. Debo mucho a Gracia porque son muchos los versos que me ha hecho llegar en los últimos tiempos en forma de bellos libros. Por mediación, en los principios, de Ángel L. Prieto de Paula. Debo mucho, pues, a muchos. Quiero decir que son muchos —tres ya serían muchos; pero son más— los escritores que me hacen llegar sus libros, que me honran con el envío de sus poemas, sus textos, sin pedir nada a cambio, solo que sea lector de lo que escriben. En esto, como en casi todo, la excelencia siempre es más discreta, y el descaro viene de los que menos valen. Me envió Antonio Gracia hace muchos meses un nuevo título, una antología poética titulada El mausoleo y los pájaros, publicada por Huerga y Fierro y prologada —también hecha— por el citado Ángel L. Prieto de Paula, una nueva antología después de Fragmentos de identidad, con poemas de 1968 a 1983, y de Fragmentos de inmensidad, para el período comprendido entre 1998 y 2004. Hablo de un autor, Antonio Gracia (Bigastro, Alicante, 1946), que cuenta con más de una docena de libros publicados desde 1975 (La estatura del ansia), la mayoría de los cuales he conocido gracias a recopilaciones como las mencionadas. Lo más reciente —y ya ha pasado tiempo— es La muerte universal (Cosmoagonías) (Madrid, Huerga y Fierro Editores, 2012), un libro de poemas diverso pero compacto en la firmeza de su pesimismo existencial. Sin concesiones en una parte, la segunda, de notable peso retórico y contundente expresión de un doloroso existir, del universo íntimo del hombre, "una errata en el libro del cosmos". Por eso esa sección segunda se titula "El microcosmos". Sucede a la primera, "El Universo", que parte de la conciencia sobre la insignificancia atomística del hombre que mira al "Laberinto estelar", primer poema, muy significativo. En fin, "toda existencia / es la semilla de su propia muerte / y toda muerte engendra nueva vida / carente de pasado y de futuro." Así es todo el libro. "La muerte es un cadáver que sueña en nuestro cuerpo / y emerge lentamente, / hasta tomar la forma de esta cripta / que hemos llamado vida.", se lee en el poema que da título a la obra, "La muerte universal". Para mí que pesa demasiado el contenido, la gana —o la desgana— de decir o exclamar que el hombre es mortal, que ha de morir, que nace para ello, que, sin embargo, no se deja vencer por el suicidio, que sobrevive, gracias a abalorios y argucias como el arte (los poemas, las sinfonías, las pinturas del poema "Autopsia")... Pesa demasiado tanto contenido contundente y se echa en falta más exploración poética. Sobre todo, en alguien con tanta capacidad como Gracia. Mientras la muerte llega.
jueves, junio 07, 2012
Comunidad de bienes
Casi todos los días leo los apuntes más recientes de unos cuantos cuadernos de bitácora de unos cuantos amigos o correligionarios en esto de la blogosfera, algunos enlazados aquí, otros enlazados por otros. A veces nos repetimos, coincidimos casi en los mismos contenidos y siente uno como propia esta comunidad hasta el punto de dejar de escribir una necrología sobre Miguel García Posada porque ya lo han hecho, por ejemplo, Álvaro Valverde o Fernando Valls, que, por cierto, el otro día publicó una justísima semblanza —en vivo, claro está y por fortuna— de Alberto Blecua. En ocasiones es un mismo pensamiento el que, dicho mucho mejor en un blog amigo, me disuade de escribir sobre otro asunto. No me pasa tanto con los libros, sobre los que no me importa insistir sobre lo dicho por otros lectores. Lo cierto es que hay lógicas coincidencias entre amigos comunes que recibimos títulos coincidentes. Hace un mes escribía Santos Domínguez en Encuentros de lecturas sobre el libro de Tomás-Néstor Martínez Álvarez sobre la poesía de Diego Jesús Jiménez que tengo encima de la mesa pendiente de lectura (Pre-Textos y Fundación Gerardo Diego). Incluso a veces estamos en el mismo sitio en momentos diferentes. Y con simpáticas complicidades, como mitigar la pena de Elías Moro por no haber saludado a Juan Carlos Mestre en la Feria del Libro de Madrid, en la que pude estar con el autor de La casa roja como el que repara la carencia de un amigo. En fin, que creo que escribo esto para curarme en salud de mi próxima entrega sobre un poeta citado hoy por Álvaro Valverde y ya tratado en un comentario de hace meses. Antonio Gracia. Otra coincidencia.
martes, junio 05, 2012
La nueva realidad (1ª fase)
Acabo de ver y escuchar una entrevista con Mario Vargas Llosa en la que de lo que menos se ha hablado ha sido de literatura, de su obra literaria. El sábado fuimos a ver la exposición sobre Góngora en la Biblioteca Nacional y en el folleto que cogimos no había ningún libro, ni la reproducción de una letra de época. Sin embargo, a mí me temblaron las piernas ante el Manuscrito Chacón —cuya presentación multimedia no funcionaba— y ante la carta de varios de los grandes del 27 para preparar el homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla. Hace tiempo, en verano, creo, fue un viernes, de eso estoy seguro, a las nueve y pocos minutos —lo recuerdo porque fue a la vuelta de un paseo a hora fija escuchando la radio— en la SER, después de que Francino diese algunas noticias en el parte, se cortó la emisión —yo creí que era la enojosa publicidad— y solo se escuchaba en el receptor un enojo, unos tacones, música de fondo y la conversación de los que trabajaban en la emisora sobre las tareas del día. Las voces, radicalmente distintas a las que se oyen en antena. Y los tacos. Y los tacones. Me pregunto dónde buscaremos la verdad el día de mañana. Sabemos dónde está ese día de mañana —delante de nosotros—, cuándo vendrá —mañana mismo—; pero me pregunto de qué manera vendrá vestido. Presiento que, nuevamente, llegará travestido, disfrazado de lo que no es, como una mujer con tacones o un hombre con peluquín, que son grados distintos de incomodidad y de falta de naturalidad. No sé.