jueves, febrero 23, 2012

Juan Ramón Santos en Letras

Vienen siendo ya tradición estos encuentros en Letras con los escritores que disfrutan de las becas de la Consejería de Educación y Cultura para desarrollar una actividad docente en la Universidad de Extremadura. Desde los primeros autores —Dulce Chacón y Diego Doncel— son ya una veintena los escritores que han pasado por Letras en más de diez años desde 2001. Siempre en pareja. Hasta que llegaron los recortes que han dejado solito a Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975), a quien esperamos el próximo martes en la Facultad para tener un encuentro con los alumnos de Hispánica y con todo el que quiera acudir. Ayer en Salamanca hablábamos de la huella de Ángel Campos Pámpano y de escritores de su generación en la literatura que luego ha ido aflorando en Extremadura. Al nombre de Ángel hay que añadir los de Álvaro Valverde, Antonio Gómez, Basilio Sánchez, Luciano Feria..., que —marcas de la edad— han estado presentes en los nuevos nombres de la reciente historia literaria extremeña. Uno de esos nuevos nombres, en el terreno de la prosa, es el de Juan Ramón Santos, ejemplo vivo de otra huella sobresaliente: la de Gonzalo Hidalgo Bayal.

7 comentarios:

  1. ¿No comentas nada sobre la parrafada reaccionaria que nos soltó ayer el Sr. Senabre?

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  2. Tampoco he dicho nada sobre el emotivo acto sobre Ángel Campos Pámpano en el Aula Magna de la Facultad de Filología de Salamanca; en el mismo lugar en donde vi la penúltima vez al profesor Senabre.Y tampoco he escrito sobre lo último que he escuchado del Ministro Wert. Por cierto, no te vi en lo de Senabre.

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  3. Me alivia saber que compartes mi impresión sobre lo de Senabre, menudo nostálgico de la enseñanza durante el franquismo, qué vergüenza que nadie tuviera cojones u ovarios para contradecirle en algo, región de ovejas, borregos y carneros, nunca cambiará.

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  4. Tienen tos los anónimos. Llamar franquista a Senabre, región de ovejas al resto y otras lindezas a quien sea, en esta exhibición de generosidad sin fronteras, es una reducción de la reflexión posible a la coz en la nuca. Enhorabuena al chavista discreto en su supuesta bofetada progresista.

    Sólo diré que el curso que compartí con Miguel Ángel Lama como compañero y en el que asistí a las clases de Ricardo Senabre y Juan Manuel Rozas fue sin dudar a dudas el más importante de toda mi carrera. Algo tuvieron que ver ellos, por lo que todavía me siguen pareciendo una referencia. Y si las hubiera, observo un enorme respeto en lo que fueran discrepancias.

    La verdad, a quien carece de ella, no provoca reacciones de elegancia.

    (Por cierto, muy llamativo que en una entrada sobre Juan Ramón Santos se aproveche para hablar mal de lo que se aborrece en lugar de aportar algo sobre este autor y su obra. Es verdad, hay quien añora ser de un país a cuatro patas. Vaya paisanaje y conducta)

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  5. Y digo yo, ¿por qué en lugar de decir a Lama que comente lo de Senabre no lo comenta usted mismo, quienquiera que sea? Ampararse en el anonimato es otra incoherencia. ¿Por qué sigue siendo éste un "intratable pueblo de cabreros"? Por esto, sin ir más lejos. Saludos, Á.

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  6. Un poco de polémica no está mal para animar esta balsa de aceite y en ningún sitio se llamó franquista a Senabre, sino que añora la enseñanza de esa época, quizás sea la simple idealización de los mayores de su juventud y el rechazo despectivo hacia todo lo que hacen los jóvenes de ahora. Reitero, basta ya de vacas sagradas, y de leyendas áureas sobre un profesor que parece que fascinaba como encantador de serpientes a sus alumnos pero que díganme qué aportación real (artículos, libros, etc.) ha hecho a la filología.
    Al Sr. Santos, que no sé si tiene uno o dos libros, aun no lo leí, aunque la atención que le presta el profesor Lama despierta mi interés.

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  7. Pues yo la polémica la cierro con espíritu de carnestolendas. Recojo cierto guante y prometo en alguna de mis tardes de plancha iniciar una oda epifánica que reconvenga sobre el leit motiv "sagrada era mi vaca".

    Por otro lado, no soy quien para indicarle a este candor de anónimo los méritos y aportación de nadie, ni lo que de su respuesta última demuestra no haber sabido entender, pero la necesidad -y reiteración- de hablar mal de lo que se desconoce obedece al mal vicio de cargar sobre los demás la frustración y limitaciones que de sí mismo no se soportan. Una vez más se demuestra que la inteligencia es un problema digestivo. O una escolarización imperfecta. El paso siguiente es sentirse un patriota. Por eso mismo cuando se llega hasta aquí me emocionan más las ovejas.

    Lea pronto a Juan Ramón Santos que de él hablaba la entrada y que seguro le hará pasar las tardes de otra forma.

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