miércoles, junio 01, 2011
La metáfora y el mito
Recuerda Pedro Álvarez de Miranda en la "Presentación" de este libro bellamente editado bajo su cuido por Editorial Renacimiento que Andrés Amorós, en su Introducción a la literatura (Madrid, Castalia, 1979), lo mencionaba como "un libro espléndido perjudicado por su título". El título fue La metáfora y el mito —antes, y por dos veces, se publicó con el de "Poesía y religión", igualmente parco— en la edición más conocida de los Cuadernos Taurus en 1963. No se entendería esto sin el subtítulo con el que ahora se publica, que es Intuiciones de la religiosidad primitiva en la obra de Lorca y que aclara la apreciación de Amorós sobre una obra que, por carecer de él en su momento, ha sido ignorada frecuentemente en el conjunto de la bibliografía de estudios sobre Federico García Lorca. No es la primera vez que tengo la ocasión de ilustrarme con un ensayo de una figura intelectual como Ángel Álvarez de Miranda (1915-1957), tan prematuramente desaparecido. Ritos y juegos del toro (Madrid, Biblioteca Nueva, 1998) es otro trabajo que tengo desde hace años gracias a la misma persona a la que debo éste de La metáfora y el mito. Intuiciones de la religiosidad primitiva en la obra de Lorca (Edición al cuidado de Pedro Álvarez de Miranda. Sevilla, Editorial Renacimiento. Colección El Clavo Ardiendo, 14, 2011), y que es el ya citado Pedro Álvarez de Miranda, el hijo que a los cuatro años perdió a su padre. Yo no había cumplido los treinta cuando el mío murió. Nacieron el mismo año ambos, el padre de Pedro y el mío. Hoy tendrían o estarían a punto de cumplir noventa y seis. Pedro ha podido suplir su carencia con la lectura de las obras de su padre, que ha contribuido a difundir, como ahora. A mí me ha cabido otro tipo de memoria, sostenida sobre una experiencia compartida por más tiempo por fortuna, y con un legado tan firme y tan noble como el de la lectura para Pedro. Por todo esto, también, he disfrutado con la de La metáfora y el mito, que recoge, desde el prisma de la religiosidad primitiva, temas como la fecundidad, la sangre, la muerte, y símbolos y elementos como la luna, con la muerte, la sangre y la fecundidad. Solo las primeras páginas introductorias sobre el fenómeno poético y el interés que éste suscita a un estudioso de las religiones son suficientes para confirmar la brillantez de una obra como ésta, escrita en Roma en el "estío" de 1953. De ahí el guiño de su hijo, fechando su delantal gozoso en Santander en el estío de 2009. También esta nota es un guiño a Pedro, por lo que se verá aquí mismo en los próximos días.
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