domingo, mayo 15, 2011
Una aproximación al desconcierto
No son modos, me dije al llegar a casa este viernes de Womad. Había recogido un sobre con este libro que me enviaba su autor e hice lo que no suelo hacer nunca: leer mientras camino por la calle. Así cayó casi la mitad de "Las limitaciones del lenguaje", la primera sección del libro. Luego continué leyendo en la cola de la caja de ahorros: "Comenzamos a hablar cuando acariciamos con dulzura / el cuerpo de una joven que se ha dejado amar /y, en su defecto, / cuando las tachaduras del poema / ocupan más espacio en la cabeza." Son versos del poema de mismo título que la sección y de los que he borrado una coma sobrante tras "dulzura". No sé si contagiado por la amenidad de los textos o por la fotografía urbana de cubierta —de Laura Rosal—, lo cierto es que tuve esa mi primera experiencia de lectura de Una aproximación al desconcierto (SIM/Libros, 2011), de Javier Sánchez Menéndez. Por eso volví a leer desde el principio cuando llegué a casa, como si hubiese tenido que volver a la caja por un resguardo olvidado. Me ha parecido un libro acumulativo; quizá por ser el primer libro publicado después de quince años, desde que apareció en el Ateneo de Córdoba La muerte oculta (1996), que no conozco. Sin embargo, tiene su leve estructura en dos secciones principales, un descanso y una coda: "Las limitaciones del lenguaje", de veinticinco poemas y, a mi parecer, siembra principal del libro; "Ataques de cordura", que es el descanso en las brevísimas teselas de "Lapsus" —con errata en el índice. ¡Ay!, las erratas. Acabo de descubrir una en la página 255 de Para entregar en mano, de José Luis García Martín. Lapsus calami— e "Ictus"; "Clases particulares", la otra sección principal, con ejercicios que recuerdan a la ironía y al didactismo de las fábulas, las instrucciones y los tratados de un Ángel González, pongamos por caso; y "Segunda inclinación" como coda llena de sentido (del humor, o del amor). Sí son modos, me digo ahora. Siempre que uno no confunda los términos y no se crea que por leer en la calle se trivializa el texto. Mera apariencia. Como en esta poesía de Javier Sánchez Menéndez.
Gracias por tus palabras Miguel Ángel.
ResponderEliminar"la fotografía urbana de cubierta" es de Laura Rosal (http://bleueoiseau.blogspot.com/)
ResponderEliminar¡Muchas gracias por el comentario!