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Esta mujer que está con Pedro tiene un Premio Ondas a su trayectoria profesional, y ya ganó otro con su programa en 2003. Pepa Fernández tiene dos micrófonos de plata, tiene una Antena de Oro, el Premio Emilio Castelar a la eficacia comunicativa, y muchos más galardones y reconocimientos, todos muy merecidos. Dirige y presenta desde 1999 este espléndido No es un día cualquiera, en Radio Nacional, valga la redundancia por lo bien hecho. Ella y su equipo han vuelto a Cáceres, para mostrar a sus escuchantes cómo se hace un programa de radio de calidad en directo. La iglesia de la Preciosa Sangre tenía ayer y ha tenido hoy el aspecto de una formidable red social, si se puede decir que una red social tiene aspecto, y formidable. Lo cierto es que allí la mayoría —siempre hay algún turista o paseante curioso y ruidoso que se asoma sin conocer— ha sido militante, ducha y presta para la complicidad. Se sonríe cuando escucha la voz de voces de Juan Carlos Ortega; reconoce a ciegas —así es la radio— qué tertuliano habla; ensaya el recibimiento de la sección de José Ramón Pardo para hacerlo mejor que la última vez; sabe, en fin, que la cultura también entretiene. Boni Sánchez —que ha sido eficaz responsable de la organización de esto— me presentó al llegar a Victoria Hernández, de la producción del programa, a quien vimos de acá para allá, atenta a todo y haciendo fotos; fue un placer, como saludar a Nieves Concostrina, con quien hablé, cómo no, de tumbas y de muertos ilustres. Mi hijo Pedro me preguntaba ayer por qué no había más chicos de su edad entre el público. Igual están escuchando el programa en casa, pensé.
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