Tardé en hacerme con este libro, y mucho más he tardado en escribir aquí unas líneas sobre él. Dicen los créditos que la primera edición es de septiembre de 2005. Lo desmiente el depósito legal de 2008. Se corresponde con lo dicho en un Simposium Internacional sobre Juan Marsé celebrado en noviembre de 2003 bajo el título que se ha llevado al libro: Celia Romea Castro, Coord., Juan Marsé, su obra literaria. Lectura, recepción y posibilidades didácticas. Barcelona, Horsori Editorial (Cuadernos de Análisis, 17), 2008, 261 págs. Recuerdo esta reunión porque Arturo Pérez-Reverte, que participó en el simposio, escribió a su vuelta uno de esos artículos verbalmente violentos en el que hace elogios merecidos a base de insultos desaforados a los supuestos enemigos del elogiado. "Últimos años con Marsé" se titulaba aquel artículo de El Semanal de 23 de noviembre de 2003 —poseo recorte—, que terminaba: "A buenas horas, hijos de la gran puta". Lo dice también en el libro, en el que se reproduce el diálogo que mantuvieron, moderados por Beatriz de Moura, el autor de Rabos de lagartija, Pérez-Reverte, Joan de Sagarra y Javier Coma: "Yo me he comprometido ante Marsé a que, si él palma antes que yo, a escribir un artículo que se titule A buenas horas, hijos de la gran puta." (pág. 86). Todo fue porque "No había nadie, rediós. O casi nadie. Estaba allí Juan Marsé en persona, y se habían juntado cuatro gatos: medio centenar de alumnos de la Universidad de Barcelona, algún profesor y dos o tres periodistas. Hacíamos más bulto los invitados, los amigos del escritor y los estudiosos europeos y norteamericanos especialistas en la obra del homenajeado. Y al contar cabezas me quedé de pasta de boniato. Anda la leche, pregunté. Dónde carajo están todos. Profesores, catedráticos, concejales de cultura. Gente así. Hasta ese momento había creído que un simposio internacional de tres días y quince conferencias y mesas redondas, una detrás de otra, sobre la obra del autor de Últimas tardes con Teresa, en la ciudad que tiene el privilegio de contarlo entre sus vecinos, sería un tumulto de gente dándose de hostias en la puerta para conseguir un asiento desde el que asistir al despiece minucioso de la obra de quien, con el buen abuelo Delibes, es uno de los dos grandes novelistas españoles vivos de la segunda mitad del siglo XX. Pero nasti de plasti. A pocos metros de allí, por los pasillos de la universidad, me había cruzado con profesores y alumnos que salían de clase. Algunos de esos profesores, pensé, enseñarán Literatura. Supongo. Cobrarán un sueldo por eso. Y en vez de estar ahora sentados aquí con sus alumnos, zascandilean por ahí tomando un café o rascándose los académicos huevos. Imbéciles."
Está claro; en el fragor de la cita —literal—, voy a seguir sin escribir sobre el libro.
Hola amigo Miguel Ángel Lama,
ResponderEliminarHasta ahora y por pura casualidad no había leído tu escrito. Nó sé si necesita comentario. Las cosas son como son y quiénes estuvieron en el Simposium guardan un excelente recuerdo de esos días entre amigos, de discípulos y devotos seguidores de la obra de Marsé que también estuvo con nosotros en todo momento. Ahí está la memoria de lo que ocurrió, en la obra que entre todos escribimos. Creo que, cada uno de los que le aprecian desde hace años, dio lo mejor de sí mismo para que fuera un éxito; sino de público presente, sí de memoria y de homenaje a un hombre bueno y a una obra que ha embeleaso a muchos y que muy pocos, ahora se animan más, la han estudiado; siendo como es, un retablo sin desperdicio de la vida y circunstancias de una ciudad, Barcelona, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
Gracias por tu interés.
Eres de los nuestros.
Un abrazo,
Celia