El último libro de José Antonio Zambrano está contenido entre el primer verso del primer poema y el último del último poema. La perogrullada viene por ser el primer verso "Mantengo lo que he dicho" y el último verso "el único poema al que aspiro." Ahí es nada, para estos Apócrifos de marzo. Si el primer verso mira hacia lo hecho, hacia una de las trayectorias poéticas más exigentes consigo misma que uno conoce; el último verso vuelve a la pertinacia, al afán por la palabra que explica la dedicación durante años a esto. Da, ese último verso, la necesidad de la palabra futura, de la misma exigencia de siempre, que es la que hace de este libro una obra distinta o, como dice Alonso Guerrero, "lo bastante original para abrir un camino sólo escasamente presentido en su obra previa". Obra original este nuevo libro, sí, y añadiré que de una extraordinaria clarividencia sobre la propia poesía escrita durante treinta años, sobre lo hecho, sobre lo dicho. Y que sigue buscando cómo decir.
Fue en septiembre de 2008, en Torremejía, cuando José Antonio me dio este libro mecanoscrito. Habíamos quedado para comer un cochinillo que quedó en unas chuletas de cordero porque allí sólo lo sirven por encargo, y el poeta, a veces, olvida, inútil como el lirio —que dijo Cernuda en "El ruiseñor sobre la piedra"—, el mundo práctico. Es mi tercera afirmación de José Antonio, tras la primera y la anterior a ésta. Un placer.
José Antonio Zambrano, Apócrifos de marzo. Prólogo de Alonso Guerrero. Madrid, Calambur Editorial (Poesía, 102), 2009.
Un buen poeta, Zambrano. Una buena noticia ese libro.
ResponderEliminarOs esperamos en el Seminario Humanístico.
ResponderEliminarUn saludo.