Ha sido una desagradable sorpresa encontrarme hoy en El País con la nota necrológica —al lado de la del eminente Julio Valdeón— firmada por Enrique Barón Crespo sobre la hispanista Elsa Dehennin. La amistad de esta profesora de la Universidad Libre de Bruselas con este veterano diputado socialista europeo que fue Presidente del Parlamento ha garantizado la difusión del luto.
Inmediatamente, me he acordado de Bénédicte Vauthier, otra hispanista belga, que pasó por la Universidad de Extremadura, por la Autónoma de Madrid, y que ahora da clases en la Universidad François-Rabelais de Tours. Bénédicte fue su discípula, se formó con Elsa, y fue quien me la presentó en el Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas que se celebró en Madrid, en 1998. Teníamos la complicidad de nuestro interés por Juan Goytisolo, y mucho más; pues Elsa Dehennin escribió sobre Jorge Guillén y otros autores del 27, sobre Sánchez Robayna, sobre narratología, sobre Julián Ríos…
Tengo a la vista la edición que Bénédicte Vauthier publicó de la novela de Unamuno Amor y pedagogía (Madrid, Biblioteca Nueva, 2002), que incluyó la novedad del epistolario entre el maestro y Santiago Valentí Camp, director de la colección en la que se publicó la obra. Va encabezada por una dedicatoria a Elsa Dehennin, muestra de esa vinculación entre ambos nombres. Siento la pérdida.
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