jueves, abril 23, 2009

Día del libro


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He dedicado el Día del Libro, además de a todo lo que aquí no cabe, a ver en directo a Juan Marsé pronunciando su discurso en la entrega de tan merecido Premio Cervantes, a marcar las erratas, los errores y las faltas de ortografía del programa de la Feria del Libro de mi ciudad, a releer La Celestina y a escuchar a John Coltrane en un podscast del programa del ‘Cifu’ A todo jazz, en Radio 3.
A Juan Marsé lo he seguido emocionado, entregado, como el aficionado cuando ve torear a su diestro favorito en la mejor de sus faenas. A Marsé no le gusta torear en plazas como ésa; pero ha salido airoso. Mi madre me preguntaba quién era ese señor tan importante como para que tuviese allí al Rey, a la Reina, al Presidente del Gobierno, a la Ministra y a tantas otras personalidades. Me preguntaba quiénes eran esos niños morenitos enchaquetados que el realizador de La 2 sacaba de vez en cuando: -Ése es Guille-. Y mi madre, estoy seguro, creía que me estaba burlando. Porque ella no sabe que yo conozco a Guille, aunque se lo he dicho.
Con La Celestina vuelvo a Marsé. Es una inmensidad en la que uno puede detenerse en cada una de sus páginas para recrearse, e incluso antes de que comience la obra, en la carta del “Autor a un su amigo”, por eso vuelvo a Marsé, uno puede leer: “leílo tres o cuatro veces, y tantas cuantas más lo leía, tanta más necesidad me ponía de releerlo y tanto más me agradaba, y en su proceso nuevas sentencias sentía.”
Sin salir de casa.

3 comentarios:

  1. ¿Quién es Guille?
    Un saludo

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  2. Guille es uno de los nietos de Marsé, y debe de tener ahora ocho años.
    Juan Cruz le dedicó hace ya cinco un artículo a Juan Marsé titulado "El hombre que habla con Guille".
    Yo le conocí en Badajoz, cuando a su abuelo le dieron el Premio Extremadura a la Creación. Un periódico de aquí confundió a Guille con un familiar de Enrique Morente, otro de los galardonados. Fue gracioso y significativo el error.

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  3. Miguel Ángel, gracias por descubrirme a Marsé. "Últimas tardes con Teresa" me llevó a Barcelona, donde días antes de marcharme subí a decirle adiós a la ciudad desde el Carmelo y luego me tomé unas bravas en el Bar Delicias

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