martes, abril 21, 2009

Bastón de mando

© Javier Caldera, 2008

Vivo en una ciudad levítica que casi sólo se mueve para sacar los santos a la calle y las botellas que, unas y otras y muchas, hacen el botellón, en contra de la ley. Aquí, el botellón y los santos son sagrados; y quien disienta lo nota hasta en lo más íntimo, sobre todo, los gestores municipales, que dependen de nuestros votos. Ésta que quiere ser Ciudad Europea de la Cultura en 2016 debería reconocerse también en estas realidades y allegarlas como méritos para sus fines.
Hoy ha bajado la Patrona de Cáceres a la ciudad desde su santuario en la Montaña. Durante algo más de nueve días estará entre nosotros y hoy la alcaldesa le ha entregado el bastón de mando de la ciudad (sic). Es un símbolo. Pero me pregunto si también otros reconocerán como tal a la Virgen de la Montaña, la patrona. Un símbolo.

3 comentarios:

  1. Curioso, profesor Lama, este fin de semana, también a raíz de la, esta vez, subida de cierta virgen a cierto (mi) pueblo y la entrega de bastones de mando, se me vino a la cabeza la misma pregunta... Saludos.

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  2. Qué extraña mezcla de lo religioso y lo militar, dar el "bastón de mando" a una Virgen, como si fuera una sargenta de armas tomar. Huele al nacionalcatolicismo más rancio, y qué lamentable que una alcaldesa "socialista" se preste a esas payasadas. En España no hay apenas religiosidad ni espiritualidad, sino personas que usan la religión para otros fines. Qué pena ser extremeño y ver que Cáceres es en su mayoría eso, una ciudad levítica, pacata y que ha desaprovechado y seguirá desaprovechando la oportunidad de convertirse en una ciudad de cultura (aunque pudiera mantener sus procesiones y demás folclorismos).

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  3. La política cultural de Cáceres durante este mandato es tan lamentable como la de la época Saponi. Al final cuando hablan de la capitalidad cultural siempre escucho no se qué de los parkings, la remodelación urbanística de la zona antigua o mil historias más que no sé que tienen que ver con la cultura. En fin, a llevarlo con santa paciencia.

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