El domingo estuvimos en los bajos del Archivo Histórico Provincial de Cáceres viendo la exposición de las piezas de Juan Rosco que conforman 2008, odisea en el tiempo. Una propuesta ahora sobre la base de personajes y referentes de la mitología clásica.
No sé si digo bien si digo que Juan Rosco llegó a la poesía visual o al poema-objeto por su militancia en la educación de base, en esa especie de misiones a las que algunos pedagogos se dedican casi durante toda su vida sin que a nadie parezca especialmente relevante. Una necesidad de expresar conceptos atractivamente ante jóvenes con escasos referentes (alicientes) culturales.
Así que al grado extravagante de dedicarse a estos juegos para muchos hay que añadir el que conlleva utilizar estas roscosas para enseñar, por ejemplo, que Mercurio era el mensajero de los dioses con un objeto de objetos que resulta ser un zapato con ruedas o que Narciso se miraba a sí mismo con una circunferencia de letras de colores con las letras de colores de N-A-R-C-I-S-O.
Juan Rosco es uno de esos creadores con sentido común, y, por eso, quizá, se dedica, también, a esto. Me da a mí que es un constituyente del género esa humildad firme con la que afrontan sus propias creaciones estos artistas, al menos, los que yo conozco. Las propuestas de Juan Rosco se exhiben desde una conciencia tan poco restrictiva conceptualmente que una misma pieza puede servir para hablar de estereotipos juveniles o para bromear a costa de Baco y Eros fundidos en los estereotipos juveniles; o para representar aquello de que la poesía es un arma cargada de futuro y a la vez para suscitar un pensamiento sobre las musas. Y no sólo esto, sino que los mismos objetos —una peana, unas letras de un juguete didáctico, unas figuras talladas...— pueden intercambiarse para sugerir nuevos sentidos. Esta manera se ve en la exposición —que está en Cáceres hasta el 21 de septiembre, y que luego estará en Almendralejo, con Bodegas Viña Extremeña— en las tres piezas sobre Atlas, tres modos de decir, tres sugerencias sobre lo mismo, y un modo de expresar las diversas miradas que pueden darse ante un único motivo.
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