Me entero hoy por una necrológica de José Luis Abellán en El País de la muerte, el pasado 28 de julio, de Antonio Jiménez García, el profesor de Historia de la Filosofía Española de la Complutense. Un mes y medio después, se difunde este hecho luctuoso que ha tenido escaso eco en los medios extremeños, pues extremeño de Navalmoral de la Mata (1950) era este profesor y ensayista, autor de libros como El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza (Madrid, Ediciones Pedagógicas, 2002) o el publicado en el Departamento de Publicaciones de nuestra Diputación de Badajoz sobre El krausopositivismo de Urbano González Serrano (1996), parte de su tesis doctoral sobre ese otro pensador moralo independiente —en el concepto fundado de Antonio Jiménez— de ideas avanzadas.
Le conocí en Madrid en el acto de defensa de la tesis de Fernando T. Pérez, en marzo de 1999, y fue un encuentro gratísimo, no sólo por la compañía del propio Fernando, de Gil Novales, de Diego Núñez o de José Luis Mora, también por la charla sobre Extremadura y por mi descubrimiento de que era hermano de Pablo Jiménez, el poeta moralo, a quien todavía no conozco personalmente, pero al que, gracias a él mismo, he leído (La luz bajo el celemín, Descripción de un paisaje, Destiempos y moradas, La voz de la ceniza). Antonio Jiménez fue presidente de la Asociación de Hispanismo Filosófico —vicepresidente a su fallecimiento— y, en palabras de José Luis Abellán, “un profesor universitario en el pleno sentido de la palabra y bibliófilo apasionado.” Siento su repentina muerte.
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