El viernes salí de la librería con este libro hermoso de Santiago Castelo, Quilombo (Sevilla, Point de Lunettes, 2008). Tenía noticia de él por Hilario Jiménez en su blog; pero, ocupado en decenas de asuntos y de lecturas, me había olvidado de esta novedad de un poeta tan relevante y tan cercano.
Dice el propio autor que se trata de un libro variopinto. Y mucho. Parece que le va bien el título, que es palabra, dice el autor, “sonora, polivalente y gachona”. Si, señor. Quilombo parece que proviene de África y significa en países como Argentina, Bolivia, Chile o Paraguay ‘prostíbulo’; en algunos de éstos, también se utiliza vulgarmente para ‘lío’, ‘gresca’ o ‘desorden’; en Venezuela, sin embargo, es ‘andurrial’. “Sirve —como dice Santiago Castelo—, en su anarquía, para todo”. Y así ha querido bautizar el escritor esta algarabía poética en la que hay poemas para todos los gustos.
Antes de pararme en un par de ellos, diré que, para los que conocemos a Santiago Castelo, Quilombo puede leerse y escucharse. Hay textos en los que uno escucha tras ellos la poderosa voz del autor con su acento extremeño y su retórica declamante (“Arroyo campanero”, “El novio de Sevilla”...) y hay otros en los que esa sonoridad se oculta y el lector se apropia del texto con su propia voz. Sin dejar de reconocer el oficio de Castelo en el neopopularismo, en el manejo del lenguaje poético y la musicalidad para la poesía más de circunstancias, me quedo con esos otros poemas en voz baja.
Hay dos, especialmente. La luminosa “Elegía para un hombre honesto”, dedicada a Fernando Tomás Pérez González, y “Huerto de cruces”, un poema más para sumar a esa antología de textos dedicados al cementerio alemán de Yuste. Dos espléndidos poemas con sus circunstancias.
Y es que, sin contar otro buen poema —“Cementerio alemán (Yuste)”, de Las sílabas del tiempo (2007), de Santos Domínguez, conocido hace ya meses—, en los últimos días me he topado con tres nuevos poemas para ese digno florilegio. El primero, el texto de Álvaro Valverde, incluido en su último libro Desde fuera (2008), “Regreso al cementerio alemán”, un texto del que nos habló el autor en este medio y que habrá que corregir en edición futura, si mi lectura es correcta, por la errata de su último verso (“Respeto y humildad para los muertos, / más [sic] no, nunca jamás, para la muerte.”) que tanto quiebra el ritmo de los endecasílabos. El segundo lo he conocido gracias a la gentileza de su autor, Daniel Casado, y pertenece a un libro inédito, Oscuro pez del fondo. Es, también, “Cementerio alemán, Yuste” y parece que dialoga con algún otro texto precedente. Muy interesante. Y el tercero es el ya mencionado de Quilombo: “Huerto de cruces (Cementerio alemán de Yuste)”, dedicado a Antonio Gallego y Gallego y abierto con un lema de Álvaro Valverde, cómo no: “Tiene la muerte una medida exacta”, espléndido primer verso de ese excelente poema de Una oculta razón (Madrid, Visor, 1991) “Cementerio alemán, Yuste”. Qué grata novedad todo.
Os animo a publicar esa antologia.La compraria rapidamente.Tengo grabado el momento en que una alumna de ESO leia el poema de Alvaro Valverde,rodeada de los paraguas de sus compañeros.la llovizna contribuyo aun momento magico.
ResponderEliminarMiguel Ángel, es cierto: esa antología ('retransmitida' e 'historiada' casi en directo) debería publicarse ya mismo ¿no? Al menos la primera parte, porque es de suponer que el "motivo poético" seguirá alimentando a nuevos creadores. Un abrazo.
ResponderEliminarQUILOMBO, de Santiago Castelo, se presenta en la Casa de América de Madrid el jueves 11 de septiembre, a las 20 horas. Intervendrán en la presentación Juan Carlos Rodríguez Ibarra y A. Martínez, autor del prólogo y editor de Point de Lunettes.
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