Los Reyes Magos me han traído 1.949 páginas que ocupan, encuadernadas, 13,02 cms. de estantería. Son, sin embargo, sólo dos obras de nuestra historia literaria: las Sonatas (1902-1905) de Valle-Inclán, reunidas en un solo volumen por primera vez desde hace casi cuarenta años; y la serie novelesca —quizá no sea el término apropiado, frente al de ‘novela’— de Javier Marías Tu rostro mañana (2002-2007), a cuya culminación he esperado para tenerla en sus tres volúmenes.
Espasa-Calpe, editora de las Sonatas o Memorias del Marqués de Bradomín, ha optado por dar el texto de las cuatro Sonatas limpio de referencias y notas, y sólo antecedido por un breve delantalillo que se complementa con unas líneas en una de las solapas. La editorial remite para mayor información de la obra a las dos ediciones modernas de las Sonatas publicadas en su colección Austral —las de Gimferrer y Leda Shiavo—, lo que evidencia que sólo le interesa dar el texto sin más, en un solo volumen, con un tamaño de letra generoso. Sea. Está en su derecho, porque la historia textual —aún no cerrada— de las obras de Valle-Inclán está ligada a Espasa, que logró editar en 2002 la Obra completa poniendo de acuerdo a las cuatro ramas familiares de herederos —¡si don Ramón levantara la cabeza!—, y que lleva desde los años cuarenta, en esa colección Austral, entre otras, editando piezas sueltas del inmortal gallego, cada una con su copyright. Por aquellos tiempos, por ejemplo, aparecían en el mismo volumen la Sonata de otoño y la Sonata de invierno, con la mención de Beatriz para la primera y la de Concha para la segunda, las hijas del escritor; o La corte de los milagros, con la de Jaime Valle-Inclán, el pequeño de los varones. Carlos, mayor, poseía los derechos de otros títulos y hace años protagonizó, junto a Espasa, la denuncia al editor Emiliano Escolar por la publicación de una pequeña edición de Rosita y Eulalia (Madrid, Col. Odiseo, 1982). Escolar quedó absuelto. Qué mundo éste de los derechos de autor.
Sea como sea, será un placer volver a las Sonatas en un solo volumen y con un texto, a priori, fiable. La novela de Javier Marías, que me han recomendado vivamente, tendrá que esperar.
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