domingo, octubre 14, 2007
De Monsanto a Penha Garcia
Conocíamos ya Penha Garcia y Monsanto, por este orden. Ayer, sin embargo, fue al revés. Hicimos el camino andando desde Monsanto, después de volver a ver esos núcleos de piedra granítica en calles y rincones, y de subir al castillo. A la salida de este peñascal tan visitado hoy, y antaño defensa heroica y sitio de Templarios, bajando, recorre uno un alcornocal que impresiona. Lástima tener que mirar tanto hacia abajo cuando uno camina. Pasamos por la ermita de Nossa Senhora da Azenha, a ocho kilómetros; y luego, a cinco kilómetros y medio más, se llega al pie de Penha Garcia. La subida al castillo, después de haber recorrido catorce kilómetros caminando, cuesta un poco; pero merece la pena, porque a lo que uno se asoma cuando ha llegado arriba sorprende. Los molinos de agua y las canalizaciones del profundo valle se contemplan desde la altura; los fósiles marinos en la piedra se aprecian desde cerca. Ya abajo, pues, salimos del pueblo y volvemos a casa. Nuevamente, con el buen sabor de boca de la amabilidad de la gente de Portugal, aquí, al lado de todo.
Nada. Vivan los deportes de riesgo. Mientras lo leía, pensaba: qué bonito. Y también: yo por ahí me mato, fijo.
ResponderEliminarPatosa que es una.
Pero patosa de verdad.
Lo malo de Portugal es que te puede atrapar. Se empieza por la amabilidad de las gentes y se acaba, como ya le ha pasado a algunos amigos, que no son capaces de quitarse Portugal ni de la cabeza, ni de sus vidas. Pero merece la pena
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