viernes, junio 01, 2007
Santiago Castelo
Ando escribiendo sobre la obra crítica referida a autores de Extremadura de quien fue mi profesor, Juan Manuel Rozas (1936-1986), para un volumen en su recuerdo que se publicará en los próximos meses. No le dio tiempo a escribir mucho sobre su tierra adoptiva; pero lo que hizo fue importante. Desde su puesta en pie de la singularidad del poeta del XVIII Francisco Gregorio de Salas, pasando por su ponencia consultada de la joven poesía extremeña, hasta el prólogo —“Tres poetas y un solo hombre”— que puso a la antología que publicó Adonais de Santiago Castelo y que no llegó a ver publicada.
Santiago Castelo. ¡Qué buena noticia! Premio Luca de Tena a su trayectoria periodística. Es una persona extraordinaria y un profesional del periodismo merecedor de éste y de más reconocimientos. He coincidido con él en muchas ocasiones, y en todas he aprendido de sus valores y calidades. No digo nada de lo que intuyo de su día a día y de ese “confesonario laico” –que no, y también, “confesionario”— del que hablan al referirse a su despacho en ABC. Su voz y su mirada poéticas son enormemente expresivas, y bien dirán a los lectores que disfruten de aquella antología que ilustra esta entrada, Como disponga el olvido, y de la más próxima La huella del aire (1976-2001), que editó la Editora Regional de Extremadura, con introducción de Manuel Simón Viola, en 2004. Yo sé que a él le gustará que ponga aquí unos versos de un poema que me gusta, “Azotea”:
“Gracias, tan solo. Sí, gracias, Dios mío,
por permitir al corazón que aún sueñe
y se quede dormido de Tu mano.”
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