Tenía a Abraham Gragera como poeta pendiente e incompleto. Ahora que he leído su libro Adiós a la época de los grandes caracteres (Valencia, Pre-Textos, 2005) queda cancelada esa percepción limitada de un joven autor al que yo he considerado siempre extremeño, de Montijo, dicho sea sin tono reivindicativo.
Hace quizá más de seis años, tuve que irme de una lectura poética de Abraham en el Ateneo de Cáceres, organizada por Julián Rodríguez, y compartida con José María Cumbreño. Me explico. Escuché los comentarios y los poemas de éste, pero no pude quedarme, por otros asuntos, a la lectura de Abraham, que venía precedido de muy buenas referencias. Había leído los poemas que publicó Abraham en el número 10 de La luna de Mérida, de 1998, que pertenecían a un libro en proyecto titulado Hacia el comienzo, quizá germen de este Adiós... De La luna es igualmente un microrrelato publicado en 2003. También, por gentileza de Antonio Orihuela, leí lo de Voces del extremo. Poesía y conciencia (2000). Ahora lo recupero y lo completo en esta oportuna edición de Pre-Textos.
Hay un tú y un yo humanos en los poemas de Abraham, y un vosotros que se reserva para los objetos, cuya poetización es más cernudiana que nerudiana. Hay una variedad de formas sugerente en los poemas de Abraham en este libro. Y hay un poeta que ha leído y ha sabido dosificar y aderezar los tonos conocidos, como en la suite de “Siete presentes”. Muy recomendable.
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