Y un día conoció a un hombre bueno,
y aquel hombre le dijo que la amaba.
Eduardo Jordá
Se acordó de haber leído un poema triste pero alegre, en el que se hablaba de una mujer a la que dijeron que le quedaban seis meses, y ella dijo que sí. Siempre decía que sí. Decía que sí a su vida aburrida, a la indolencia, a todo; y volvió a leer sus libros más queridos y se fue despidiendo de todos, los libros, los amigos, caminó y compró flores, y un jilguero al que soltó enseguida, y conoció a un hombre bueno que le dijo que la amaba. Y a partir de ese momento, todo fue limpio y sencillo, y los días no terminaban nunca, hasta que llegó el fin. Pero fue fácil, decía el poema, porque sólo cerró los ojos, vio aguas y nubes, y oyó risas de niños.
Se acordó de haber leído aquel poema cuando conoció a un hombre bueno y aquel hombre le dijo que la amaba. A ella no le quedaban seis meses, pero había sentido algo parecido cuando pensó en lo hecho a lo largo de su vida. No le hacía ninguna falta que nadie le dijese el tiempo que le quedaba para que ella mirase a su pasado. Ella creía que no había hecho nada. Y se lo dijo al hombre que la amaba.