"Un hotel cúbico desafía a la Edad Media en Cáceres". Es el titular de El País el domingo pasado para hacerse eco de la noticia de que va a construirse un hotel de cinco estrellas en esta ciudad.
(Un hotel de cinco estrellas, sí. No una biblioteca, no. Ni un comedor social con diseño de vanguardia, no. Un hotel de cinco estrellas. El desarrollo, sí, el desarrollo.)
Léase, pues, el titular: "Un hotel cúbico desafía a la Edad Media en Cáceres". Y donde pone "Media" póngase "de Piedra". Resulta, pues, que "Un hotel cúbico desafía a la Edad de Piedra en Cáceres".
Nótese el significado del verbo "desafiar" y enfréntese un hotel cúbico (?) a la Edad Media (o de Piedra) y un resultado sería que los trogloditas se defienden.
La verdad es que la noticia del periódico empezaba así: "Las señoras, bien peinadas, con buenos abrigos, suben la cuesta empedrada para llegar a misa de siete. Al atravesar la plaza se enteran de la noticia y contemplan el fotomontaje que este periódico reproduce a la derecha [—yo no—]. Una se santigua; la otra exclama "Jesús, María y José" sin dejar de andar. Una tercera pregunta: "¿Y esto lo sabe José María? Porque yo le voy a llamar esta noche." José María es José María Saponi, alcalde de Cáceres, del PP; y la noticia consiste en la intención por parte de los propietarios del mejor restaurante de la ciudad, de derribar dos edificios de la plaza de San Mateo, en el corazón del casco histórico, para levantar un moderno hotel de lujo de diseño cúbico ideado por los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla."
Qué cosas. Será lo del patatal, que nos recuerda Álvaro Valverde.
He leído, para curarme del espanto de lo que leo firmado por Antonio Jiménez Barca, algunos textos de Albert Boadella sobre el cretinismo y el aplauso de la estupidez a propósito del montaje de Els Joglars de El retablo de las maravillas. Qué coincidencia. Habla hasta de la novela de Jerzy Kosinski Desde el jardín.
Me reafirmo, además de mi deseo de más bibliotecas y más justicia social, y menos ostentación de la riqueza, en que: no tengo el teléfono de José María, no tengo un buen abrigo, no tengo esa costumbre de ir a misa, no tengo pelo, y, en fin, que no tengo ganas de más grúas para construir nuevos ricos, nuevos libres, nuevos europeos, como escribió Juan Goytisolo en la página 11 de El País el lunes 26 de febrero de 1990.