Ayer presentamos en Zafra y en buena compañía —no tanta como es habitual allí— Circular 22, el libro-artefacto inconmensurable de Vicente Luis Mora (Galaxia Gutenberg, 2022). Hoy me he acordado de que, cuando todavía lo estaba leyendo y tomando algunas notas, escribí el guion de un texto para el blog, y quizá influido por lectura tan sugerente —pero también por la de la prensa del día—, se me ocurrió la noticia: UN ESCRITOR ES AVISTADO POR LAS CALLES MÁS CÉNTRICAS DE LA CAPITAL DE OROÑA, el país más rico de Eurasia. Agencia Circular 22. «Aunque cada vez es más frecuente que los escritores aprovechen las horas de la noche para adentrarse en los núcleos urbanos, sorprendió verlo por algunas de las calles principales de la capital. Últimamente, los casos de avistamiento se habían dado en zonas menos habitadas, las de la Oroña Vacía, según la calificación oficial de la Administración de la Comarca. A distancia prudencial para evitar un encuentro aflictivo, las fuerzas de seguridad siguieron al espécimen hasta que con su deambular errático, quizá a la busca de algún argumento del que suele alimentarse la especie, se adentró en el bosque que todo el mundo conoce como El Parnaso, en donde estuvo hace muchos años el Palacio del Generalísimo». Y me pregunto ahora si lo que esa Administración del cuento no quiere es que un escritor escriba lo que dijo un tipo que el otro día pasó por mi calle a altas horas de la noche: «No hay razones en este momento para estar contentos». No quiero que tenga razón; aunque no hace mucho los periódicos traían los abucheos y pitos al presidente del Gobierno, que intentó evitarlos sin lograrlo en fiesta tan señalada. Lo que hace falta es leer a Machado, uno de los grandes que sigo sin comprender que no tenga más presencia en los programas de enseñanza de la literatura en las universidades. «Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que una fontana fluía / dentro de mi corazón». A un señor de Cáceres puse hace mucho el nombre de Rafael Azcona. Por su extraordinario parecido con el genial guionista (1926-2008) de películas como El verdugo, entre tantas memorables. Lo veo con frecuencia y hace unas semanas también, a la hora de su vermú. Yo llevaba la prensa y una obra de teatro en catalán que terminé de leer con mis recursos y con placer. Creo que fue ese día cuando se me ocurrió lo de la noticia, cuando todavía andaba con Circular 22, sobre la que su autor ayer me advirtió que en su intrincado callejero había colado a un personaje de su novela Centroeuropa, una obra muy celebrada en Zafra. Lo he localizado sin dificultad en la página 475, en el fragmento que se titula «Szonden, Prusia» y en el que está Udo, ese hombre gigante, delgado como un arcabuz, que aparece al principio de la novela de 2020, y que en esta levanta con lentitud la tapa de un panal de abejas. Circular es un texto tan diverso que a su autor le gusta recordar que la palabra del título es a la vez verbo, sustantivo y adjetivo; y que, como un plano o mapa, permite trazar líneas, coordenadas e itinerarios de mucho provecho para el lector, lleno de nombres de calles: Calle Fuengirola. Calle Cosmos. Calle Caballero de la Triste Figura. Calle Adrián Pulido. Calle Entrevías. Calle Vizcaínos. Calle del Arte. Calle del Amparo. Calle Alegría de Oria. Calle Valverde. Calle Gran Vía, madrugada. Calle de Hermosilla. Calle Biombo. Calle Salas. Calle Sinesio Delgado. Nueva York. Houston Avenue. Murcia. Calle Caño. Calle de Santa Engracia. Calle Circular. Son algunos de los títulos de los fragmentos de esta obra de Vicente Luis Mora que evoco con el título de Calle Gallegos que ya utilicé aquí hace algunos años y que me gustaría que alguien releyese, incluidos aquellos comentarios.
Miguel Ángel: ya tengo pedido el libro, pero después de leer esta entrada más ganas me han entrado de que llegue cuanto antes.
ResponderEliminarAbrazos.
Un saludo, Elías. Creo que te gustará el libro, sí. Un abrazo.
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