sábado, junio 04, 2022

La herejía de Durango

Conozco a Pedro Martín Baños por sus obras, que no es mal modo, como dejó escrito Cervantes. La primera de las suyas me llegó en forma de revista —Per Abbat—, gracias a una exalumna, María V. Soriano, que compartió con él pasillos y pasiones en un instituto de Almendralejo, el «Carolina Coronado», del que fue director y en el que sigue dando clases. Luego supe de sus publicaciones sobre El arte epistolar en el Renacimiento europeo 1400-1600 (Universidad de Deusto, 2005), que fue el asunto de su tesis doctoral, la edición de la Apologia, de Antonio de Nebrija, para la que escribió el estudio preliminar (Universidad de Huelva, 2014), y, más recientemente, La pasión de saber. Vida de Antonio de Nebrija, con prólogo de Francisco Rico (Universidad de Huelva, Biblioteca Biográfica del Renacimiento Español, 2019). Para mí, Pedro Martín Baños es una persona cercana en su lejanía, por no habernos tratado lo debido en estos casos y por dedicarnos a tramos distantes en la historia literaria. Por eso estimo tanto mi sentimiento admirado de cercanía. La muestra más reciente ha sido la edición primorosa que ha publicado de La herejía de Durango en una serie de la que soy adicto por culpa del buen hacer del profesor Pedro M. Cátedra. Estas ediciones de la Sociedad Española de Historia del Libro (SEHL) y del Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas (SEMYR) llevan nutriendo la bibliografía de raros textos con estudio desde hace décadas, y una de sus novedades más reciente es esta edición de Pedro Martín Baños de La herejía de Durango y la inédita «Responsio Apologitica ad Epistolam Fratris Alfonsi de Zamora» (c. 1441). Salamanca, SEHL & SEMYR, 2021. Es un placer siempre recibir ejemplares tan cuidados en la elección del papel, de la letra y sus tamaños, en la pulcritud de su resultado e incluso en este caso en la nota como encarte que su artífice Pedro M. Cátedra envía a los suscriptores aludiendo a la invasión rusa de Ucrania —un «vergonzoso sindiós»—por dejar noticia del presente en el afán exquisito de dar piezas singulares del pasado. Lo es este testimonio desconocido hasta ahora de la herejía de Durango, el movimiento heterodoxo del siglo XV (1440-1441) que cualquier curioso puede reconstruir con la lectura de la contextualización de Martín Baños en los primeros capítulos de su introducción, antes de hacer la descripción de un códice conservado en la Catedral de Oviedo, en el que se encuentra el texto que ahora se da a la luz por primera vez con su traducción, cuya edición constituye el motivo de este cuidado volumen. Recuerda Pedro Martín Baños que el único escrito conocido de la herejía de Durango era la carta de uno de los heresiarcas, fray Alonso de Zamora, dirigida al rey Juan II, y es precisamente el texto editado una respuesta directa —«Amigo fray Alfonso, aunque todo esto habría debido bastar para poner freno a tu boca y quebrar tu altísona lengua […]» (pág. 150)— y coetánea que refuta los argumentos y la doctrina de los disidentes que huyeron al reino de Granada para evitar la represión, y que confirma buena parte de la secuencia de los hechos que se conocen. El manejo preciso de las fuentes primarias y secundarias que derrocha este estudio es admirable, y abre variadas vías al conocimiento de la religiosidad y de las corrientes espirituales de aquel momento en el que un texto como el de Zamora proponía puentes de conexión entre creencias diferentes, entre el mundo cristiano y el mundo musulmán. Tanto propone este estudio que, con los pies en la tierra de la profesionalidad honesta del investigador, Martín Baños escribe: «El asunto no está ni mucho menos cerrado, pero la lectura que la Responsio apologitica hace de la carta de fray Alfonso establece, creemos, una sólida base sobre la que seguir investigando» (pág. 61). Queda en mi modesta biblioteca una pieza más que me ha permitido unas horas de erudito disfrute —sintagma que reivindico—; y la cercana lejanía que conlleva aprender de ámbitos que uno desconoce gracias a las exquisitas hechuras de un libro que aportan un sabor mejor aún a lo leído. Tenía ganas de escribir algo sobre esto, que me ha tenido ensimismado.

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