Es saludable que personas muy jóvenes te recomienden lecturas, y que te den las claves de algunos hechos editoriales. Más si se trata de novedades que tienen cien años. A M., una joven guionista extremeña con la que coincidí hace semanas en la librería La Puerta de Tannhäuser de Cáceres, le había recomendado R., una de las libreras que atienden al público, una novela de Elisabeth Von Arnim, Vera (Traducción de Clàudia Gispert Codina. Andorra la Vella, Trotalibros, 2021). Se la llevó. Anoté el título y la autora, y días después, volví donde R. y compré mi ejemplar. Yo no sabía quién era Jan Arimany, el editor. Cuando hablé con mi hija de lo que estaba leyendo, me dijo que sabía de Trotalibros, que le gustaba mucho el cuidado que ponían en sus ediciones, y que Arimany era un conocido bloguero —¿booktuber?— que recomendaba libros y que había decidido crear su propio sello. Sus recomendaciones ahora, en sus ediciones, se incluyen —me dijo— como «Nota del editor» al final del texto y antes del índice. Bien —y esto lo digo yo después de leer este relato de «suspense psicológico»—; pero ojo con estos paratextos, que recomiendo no leer si no se ha hecho con la novela entera y vera. Ni siquiera la faja vertical; ni, si me apuran, la noticia de «La autora», que aporta datos de situación como que nació en 1866 en Sidney, que fue prima de la escritora Katherine Mansfield y que se casó con un viudo barón alemán, Henning August von Arnim, que, a su muerte, tuvo relación con H. G. Wells, y luego matrimonió con el hermano de Bertrand Russell… Murió en Estados Unidos en 1941. Algo así, incompleto, funcionaría mejor para el lector que la información e insinuaciones que la editorial aporta en todos sus paratextos, que recomiendo no leer, insisto, sin haber leído la novela entera y Vera. Recomendable. Incluso los paratextos, el cuidado que el editor pone en cuidar incluso la visibilidad de la traductora, de la que se incluye reseña. Animo a meterse de lleno en este estupendo relato sobre el que, dado su final abierto e inquietante, nadie debería dar ninguna pista. Cuidado, pues, con la promoción de una editorial tan ardorosa.
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