Una de mis alumnas de Perugia me escribió hace unos días para preguntarme si debería leer para su tesi di laurea magistrale las Memorias de Adolfo Bioy Casares, autor sobre el que trabaja. Concretamente, sobre La invención de Morel. Le respondí que sí, que no es fuente documental fiable —la fecha más precisa que ABC da siempre es el año —«En el 49, en el 51, y en el 54, estuve en Europa»— y a veces «En el 73 o en el 75 […]»; pero que le servirá para su estudio. Cómo no. Aquellas Memorias. Infancia, adolescencia y cómo se hace un escritor (Tusquets Editores, Col. Andanzas, 210, 1994), se anunciaron como un primer volumen que yo creo que no tuvo otro. En aquel comedido relato autobiográfico, Bioy cuenta, después de un montón de alusiones y de casi cien páginas, dónde —en casa de Victoria Ocampo— y cuándo —en 1932— conoció a Borges; y quizá abunde en el lugar común de asociársele vicariamente a tan genial dupla literaria, que resulta uno de los asuntos principales de estas memorias. Contienen también otros capítulos, tras una jugosa «Miscelánea de recuerdos», como «Historia de mi familia» e «Historia de mis libros», hasta las menos de doscientas páginas. Pero lo que más me llamó la atención de la carta de mi alumna A. es que me dijo que le costaría comprarlo entre 150 y 300 euros; aunque quizá por cincuenta podría adquirir un ejemplar de segunda mano. En la página de Tusquets Editores se anuncia el libro a 12 € como si fuese un dato histórico sin significado comercial alguno; y cuando se busca disponibilidad, en efecto, los enlaces llevan a sitios en los que el precio se dispara. He encontrado ejemplares a 23 y a 30 euros, algunos en librerías de Chile o Argentina, que incrementarían su precio por el envío hasta ciento y pico, en algún caso, o por el mismo importe del ejemplar en otros. Pero también hay algunos en librerías españolas que tienen un precio muy asumible para una estudiante que compagina sus estudios con un trabajo en Senigallia, en la costa adriática, y que demuestra un interés admirable por el asunto de su tesi, hasta llevarme a este ojeo sin fin en que se ha convertido la antigua y limitada costumbre de escudriñar en los estantes de una librería en busca de una buena pieza. No lo he podido evitar y he echado mano del libro del genial José Luis Melero Lecturas y pasiones (Zaragoza, Xordica Editorial, 2021), que ya he leído. Un lector buscador de libros y un buscador lector que quizá caiga demasiado en que cualquier tiempo pasado fue mejor. Mejor o anterior. Y siempre la irrefrenable pasión por lo que atesora. Compré su libro en la misma librería madrileña «Rafael Alberti» en la que tres días antes lo había presentado junto a Jesús Marchamalo en una velada que nos consta divertida con amigos comunes. Qué personalidades tan afines habitan este mundo y qué cantidad de gustos compartidos. Me gustaría conocer a alguien como José Luis Melero. Por el momento, doy las gracias a mi alumna A., que me ha llevado al escritor descendiente de estancieros Bioy, y hoy, y como tantos días, a la literatura.
Melero, querido Miguel Ángel, es un tipo espléndido, tan inteligente y divertido como cercano. A ver si algún día -el Señor lo quiera- puedo presentártelo. Abarazotes.
ResponderEliminarGracias, Elías. Será un placer. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel Ángel, por acordarte de mí entre tantos. No te hagas muchas ilusiones: soy un tipo corriente y moliente. Pero yo creo que un buen ratito sí pasaríamos. Un gran abrazo.
ResponderEliminarDesde luego que sí pasaríamos un buen rato, «Anónimo». Además, tenemos muchos amigos comunes. Un abrazo cómplice.
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