Hoy, sábado 24, es el último día que está abierta la exposición Actos de fe. Acciones concretas (Julián Rodríguez, tipógrafo) en la Sala El Brocense de Cáceres, después de una primera muestra en el MEIAC de Badajoz a finales del año pasado y los primeros días de enero de este. En la inauguración cacereña, Juan Luis López Espada, comisario de la exposición, aludió al deseo expresado en Badajoz por la madre de Julián Rodríguez: «Esto debería verse en Cáceres». Lo recordó también Nuria Flores Redondo, Consejera de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura, en el acto celebrado este miércoles en la Biblioteca Pública de Cáceres, en homenaje a Julián, una figura que representa una manera inusitada de ser de pueblo. De algo de esto hablaron esa tarde Juan Luis López Espada, Javier Rodríguez Marcos, Luis Sáez Delgado y Andrés Trapiello en una conversación en la que salieron muchos de los variados perfiles del editor de Periférica, del creador de la galería Casa sin fin, del autor de Nevada, de Lo improbable, de Ninguna necesidad, que reunieron algunos de sus versos y sus prosas. Pero también del pintor de brocha gorda, del urdidor de fanzines adolescentes, del cocinero, restaurador, del activista cultural y del que servía cafés y copas en un local lleno de literatura hace un montón de años aquí cerca de casa, del tipógrafo, por supuesto. De los años y del tiempo también se habló, pues parece inconcebible —y me lo ha repetido alguien que no conoció a Julián ni vivió la efervescencia de su época— que una persona haya hecho tanto. En vida tan corta, mierda. Fue un rato muy agradable de reencuentros, con Miriam y Andrés —el mismo día que abrieron con sus hijos su editorial Ediciones del arrabal que seguirá publicando la novela enorme Salón de pasos perdidos—, con Luis Sáez, a quien tengo más cerca, con Javier Alcaíns, más todavía, con Javier Rodríguez Marcos y su madre, casi vecinos, con María Jesús Santiago, que sigue velando por que esta maravillosa biblioteca de nombres tan insignes se mantenga activa, con Mercedes Pulido, tan discreta siempre y tan sabia… Tan poca gente que da gusto salir un momento de casa con mascarilla. Era solo eso. Por Julián Rodríguez y sus actos de fe y sus acciones concretas. En Cáceres, en su pueblo y en el país entero, y en el mundo, que no son solo cabeceras de periódicos.
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