Esta noche he apurado entre piedras la hora del toque de queda. Solo he visto a una pareja intramuros, y fuera, muy pocas personas, recogiéndose como yo. Todo cobra una apariencia distinta en este tiempo que estamos viviendo. A través de las cristaleras de la cafetería de mi hotel vecino he visto a dos clientes sentados tomando algo y me ha parecido que aquello era una pecera de la que no podían salir y que yo solo podía contemplar desde la calle, como un turista que se asoma a una atracción de acuario. La fotografía de la salida hacia el Arco de la Estrella me ha llevado a escribir esta entrada. No sé por qué. Quizá por esta conciencia de tener la inspiración vicaria de otras fuentes. De una imagen que expresa bien lo que yo siento por esta ciudad que piso, o de un texto que dice mucho mejor que yo lo que quiero escribir. Hoy, como tantos días, debo a la prensa mi falta de inspiración. No se me ocurre nada porque todo me lo traen las páginas diarias. El otro día, el sábado, fue un artículo sobre un autor del siglo XVIII al que quiero dedicar un próximo apunte, y hoy la columna de Luz Sánchez-Mellado (‘PCRacia’); que sí, por fin, me ha parecido importante porque fotografía una realidad sin burla disimulada.
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