El pasado miércoles recordé aquí a Ángel Campos Pámpano sin conocer la noticia de la muerte de Maradona, también un veinticinco de noviembre, como, hace cuatro años, Fidel Castro. Me fijo mucho en esas coincidencias de fechas señaladas. Ya lo he dicho otras veces: la muerte de Lola Flores un 16 de mayo, el mismo día que nació mi hijo Pedro, un mismo día de otro mayo que fue el de la muerte del torero Joselito el Gallo en 1920, tres años después de que naciese otro dieciséis de mayo Juan Rulfo. Hoy Carlos Galilea ha dedicado su Cuando los elefantes sueñan con la música a Fernando Pessoa, que murió un 30 de noviembre de 1935, como mi madre, un 30 de noviembre de 2016, casi a esta hora en la que por algún impulso incontrolado he comenzado a escribir sobre ella por recordarla tal día como hoy. Yo creo que he heredado esa inclinación al calendario que ella tenía y que ahora mantengo en homenaje.
Cuando Galilea no es presa de una nebulinosa saudade, a veces, me subo a lomos del elefante. A esta plácida hora y, celebrando a Pessoa, de nuevo, escribí unos versos entre una multitud de sus “otros yo”. La luz reflejada en las portadas doradas de esta calle de oficios mecía acompasadamente las notas entre el aire de un diciembre nuevo.
ResponderEliminarQué bien, Juanjo. Un abrazo grande.
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