Este es otro de los últimos libros que traje a casa en 2019. Es la nueva edición de uno que ya estaba aquí desde 2011. Fue en septiembre de ese año cuando me llamó Víctor Infantes para preguntarme si yo podría procurarle la compra de un ejemplar de aquella primera edición en «Pequeños tratados» de Periférica que apareció en enero de 2011 y cuya cubierta muestro abajo. Conservo un mensaje de Julián Rodríguez, de 2007, anunciando esa colección que nacía bajo el signo de Walter Benjamin, que escribió en Trauerspiel: «Los tratados pueden ser didácticos en el tono; pero su talante más íntimo les niega el valor conclusivo de una enseñanza que, al igual que la doctrina, podría imponerse en virtud de la propia autoridad. Los tratados no recurren tampoco a los medios coercitivos de la prueba matemática. En su forma canónica se encontrará la cita autorizada como el único elemento que responde a una intención que es casi más educativa que didáctica. La exposición es la quintaesencia de su método». No pongo en pie por qué Víctor tuvo que recurrir a mí, pues supongo que en muchas librerías de Madrid estaría disponible la obra de Burucúa, un autor que, con La imagen y la risa, inauguró aquella colección. Tampoco conservo ninguna carta a Julián Rodríguez ni recuerdo una llamada para que atendiese la solicitud y el interés de mi colega. Lo cierto es que el cuatro de octubre de aquel año Víctor me enviaba unas líneas por correo electrónico diciéndome que ya le había llegado el libro. Por aquel tiempo, el escritor argentino José Emilio Burucúa ya llevaba al menos tres años concentrado en la primera parte —la de su propia familia— que iba a salir después de la segunda parte —que es aquella de 2011, y atinente a la familia de su esposa. Imbuido en la pulsión biográfica de la enciclopedia de Burucúa, y de escribir sobre los que ya no están, se me ha presentado esta tarde la carta que envié a Víctor Infantes diciéndole «Querido Víctor: Te escribo por no demorar más noticias mías a propósito de tus atenciones. Iba a dártelas a través de mi blog, pero no soy capaz de encontrar el hueco. (Mi madre, de ochenta y siete punto com, se rompió la cadera y la operaron ayer. Todo bien. Ahora, a recuperarse; pero supongo que aún me toca viajar a Zafra algún día para hacer alguna noche más en el hospital). Gracias por lo de las geometrías de Pino y el adn de Gutiérrez-Colomer, que son espléndidos asedios a la poesía de ambos. Daré cuenta de mi lectura. Y también de la de tu texto sobre «El Culebro» en Hibris (gracias por la cita de la edición de El Criticón de Moñino) y de la reseña de Marcelo Grota sobre eso de Libros ibéricos. Echa uno en falta de vez en cuando que le avisen, como haces tú. Y más. Un favor. Una consulta. Tengo en casa un manuscrito caligrafiado con esmero de unos Proverbios reales falto de portada y preliminares. Están dedicados al «Príncipe Nuestro Señor» y escritos en décimas. Sus capítulos son «Amor de Dios del prójimo», «Humildad y soberbia», «Santificación de las fiestas», «Amor y honra y reverencia de los padres»... etc. Cito solo los cuatro primeros, de veinticuatro (el último «Paz y guerra»). Supongo que, por sus trazas, el manuscrito es copia fiel de un impreso. Debe de estar dirigido al Príncipe Carlos de Austria. Se alude al emperador vivo, por lo que, si se trata de Carlos, debe de ser anterior a 1558. Pero no sé. En unas notas que me han pasado las propietarias del manuscrito se alude al Obispo de Osma, Honorato Juan, y he visto que en Pliegos de bibliofilia hay un artículo sobre su biblioteca, pero no tengo ese número de la revista. Es de 2003. ¿Puedes mirar si hay algo que me pudiese orientar? En cuanto tenga tiempo te daré más datos». A mi madre la operaron el jueves 10 de marzo de 2011 y creo que el primer día de abril mostré en Cáceres a Víctor Infantes y Nieves Baranda el manuscrito de los Proverbios reales, del que me dio pistas. Y Burucúa escribió que la «Historia parece estar compuesta por individuos que son el objeto primitivo de nuestras sensaciones y de nuestras percepciones directas sobre las fuentes de nuestras deducciones indirectas sobre el pasado» (pág. 326, de la edición de septiembre de 2019, dedicada, in memoriam et ingenti gratitudine, a Julián Rodríguez).
No hay comentarios:
Publicar un comentario