domingo, octubre 27, 2019

Ausencia


Creo que la última vez que escribí sobre Borges aquí fue cuando vino a la Facultad el profesor Vicente Cervera, de la Universidad de Murcia, gran especialista español en el inmortal autor argentino. Ahora no recuerdo —o sí— por qué apareció en el escritorio de este ordenador una captura de pantalla del poema «Ausencia», de Jorge Luis Borges. Es de Fervor de Buenos Aires, su primer libro, de 1923. Sobre la primera edición de esta obra hay un interesante artículo de Carlos García publicado en la revista Variaciones Borges en 1997, que creo que luego lo incluyó en un libro que no he visto sobre la primera época del poeta de El oro de los tigres. Qué título. El poema, con el debido respeto por los derechos de autor, dice así:

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Estoy escribiendo sobre asuntos literarios de un ámbito geográfico muy reducido; y no quiero que parezca que los estoy comparando en menosprecio con una literatura tan grande. No. Aunque, la verdad, me gustaría estar leyendo y escribiendo sobre Jorge Luis Borges. Solo ha sido un receso entre una tarea y una lectura enigmática y afrentosamente oportuna en un domingo como este. El más largo del año.


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