Mi Facultad tiene treinta y tres aulas numeradas, sin contar otros espacios en los que también se dan clases, se hacen prácticas o se realizan seminarios. Así pues, el aula número 34 no está en la Facultad, está fuera, y hay veces que supera en mucho las dimensiones y la capacidad de los laboratorios docentes, de las salas multimedia y del resto de las aulas del centro en el que trabajo todos los días y del que en ocasiones me alejo para estar a gusto en esa aula 34 a la que, sin pedir permiso, entra mucha gente de esta ciudad, que dice que no puede desplazarse al campus. Es mentira. Se puede. Pero en la 34 hemos disfrutado de muchas horas también de literatura. Lo curioso es que casi nadie de mi Facultad entra en esa aula 34; así que el parte de firmas tiene muchos huecos en blanco. Por eso, me gustaría tanto contribuir a que el aula 34 de mi Facultad se llene de mucha gente en todos los sitios posibles. Una especie de aula que supere su número y se abra a todos los espacios. Del mismo modo, cuánto me gustaría que mis conciudadanos supiesen que hay un aula magna en Cáceres que tiene treinta y tres aulas numeradas, sin contar otros espacios en los que también se dan clases, se hacen prácticas o se realizan seminarios, y que está abierta a todo el que quiera una mañana o una tarde escuchar algo de su interés. Hay mucha variedad hasta completar aforo.
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