Un comentario de Pedro Cid que ha puesto hoy en mi blog, en la entrada dedicada a Ana Holgado a principios de este año, me incita a llorarla también ahora. Ha escrito Pedro a primera hora de la mañana de este sábado: «Mañana hubiese sido el 63 cumpleaños de nuestra amiga Ana. Desde aquí vaya mi mejor recuerdo. Siempre nos faltará algo bueno en nuestras vidas. Donde estés, mi recuerdo, Ana». En efecto, nació un 18 de noviembre; pero creo que de 1953. Así que el amigo le ha quitado dos años. Da igual, lo cierto es que pronto va a cumplirse —sí, ya— el primer aniversario de su muerte. La cronológica debe de ser la única medida que, cuando se aplica al recuerdo de una pérdida, acerca y no aleja, si se agranda. Las líneas cariñosas de Pedro Cid, el impresor que para mí seguirá siéndolo por mucho que se haya jubilado —y no estoy seguro—, me han llevado de inmediato a un apunte que yo quería poner aquí antes de que se cumpliese el primer aniversario de Ana. Y era una nota que empezaba con «Mis lágrimas son mías» y que apoyaba la recuperación de una fotografía —de 2004—, la que ilustra esta entrada, a la que aludí en mi necrología de enero, un texto «muy especial», que motivó una carta de alguien que se condolía por haber iniciado yo el año con una pérdida así. En fin, es solo un recuerdo. Con Ana Holgado, sentada, en su primer plano siempre merecido, y con Chelo, de pie a mi izquierda, con Inés, sentada, y con Anabel. Mujeres. Imborrable.
Después de casi un año sin Ana y cuando parece que todo se va suavizando, de repente, suceden pequeñas cosas..... compartir la lotería de Navidad,...,que te sacuden de nuevo, porque ya no es posible. Son esas pequeñas cosas las que nos devuelven la pérdida y la pena. Aunque, como caras de una misma moneda, la alegría por lo compartido en todos estos años. Gracias Miguel Ángel por el recuerdo, Gracias Ana por todo¡¡ Un abrazo
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