Ya escribí aquí, a propósito de la publicación del libro-catálogo Una colección de rarezas bibliográficas: los Aguinaldos impresos de Víctor Infantes (1997-2016) (Los Libros de Forforeda, 2017), que en más de una ocasión me he referido a estas felicitaciones impresas que el llorado Víctor Infantes (1950-2016) enviaba a los amigos cada Navidad, a los que sorprendía siempre con un original formato que habría costado ensobrar, con una curiosidad bibliográfica o la difusión de una rareza tipográfica. Sin falta, desde 1997, envió estas felicitaciones y recuerdos, hasta el mismo diciembre de su muerte. Ausente él, su amigo y cómplice en estos solaces de pasión libresca, José Manuel Martín, de Gráficas Almeida, ha enviado en estas fechas una tarjeta-homenaje a Víctor Infantes y una circular para la buena intendencia del proyecto de seguir publicando estos aguinaldos en recuerdo del maestro. Me han llegado pocos días antes que otro de esos emocionantes aguinaldos que uno siempre recibe y nunca corresponde como debe. Matilde Muro Castillo (MMC) también sigue enviando desde hace mucho —salvo un lapso de años que ya se anuló— sus felicitaciones elaboradas para los amigos. Las guardo como un tesoro, como una muestra siempre viva de la creatividad y el aprecio de MMC. Este año, su No están, un cuadernillo de cuatro hojas (15 x 10,5 cm), cubierto con papel vegetal y unido por una cinta dorada, nos trae una emotiva constatación de las ausencias («Han pasado muchos años desde que se han ido (¿se han ido?), pero este año se me ha ido tanta gente, tanta, tanta, que no puedo hacer como si no pasara nada») y una despedida jubilosa («Cuando recibáis mis mejores deseos para el año 2018 es muy posible que yo ya sea libre de verdad, que haya dejado de trabajar con horario de piñón fijo y órdenes absurdas»). Los copiados son los dos únicos párrafos, de dieciséis, me parece, que no traen esa letanía pagana y personal del «No están» que explica este presente, este aguinaldo, que tanto sentimiento comparte —comparto yo, que soy el que lo recibo— con los aguinaldos que enviaba Víctor Infantes a sus amigos. Y una triste diferencia con el que manda Matilde Muro. Que Víctor ya no está. Eso, No están.
jueves, enero 04, 2018
Aguinaldos
Ya escribí aquí, a propósito de la publicación del libro-catálogo Una colección de rarezas bibliográficas: los Aguinaldos impresos de Víctor Infantes (1997-2016) (Los Libros de Forforeda, 2017), que en más de una ocasión me he referido a estas felicitaciones impresas que el llorado Víctor Infantes (1950-2016) enviaba a los amigos cada Navidad, a los que sorprendía siempre con un original formato que habría costado ensobrar, con una curiosidad bibliográfica o la difusión de una rareza tipográfica. Sin falta, desde 1997, envió estas felicitaciones y recuerdos, hasta el mismo diciembre de su muerte. Ausente él, su amigo y cómplice en estos solaces de pasión libresca, José Manuel Martín, de Gráficas Almeida, ha enviado en estas fechas una tarjeta-homenaje a Víctor Infantes y una circular para la buena intendencia del proyecto de seguir publicando estos aguinaldos en recuerdo del maestro. Me han llegado pocos días antes que otro de esos emocionantes aguinaldos que uno siempre recibe y nunca corresponde como debe. Matilde Muro Castillo (MMC) también sigue enviando desde hace mucho —salvo un lapso de años que ya se anuló— sus felicitaciones elaboradas para los amigos. Las guardo como un tesoro, como una muestra siempre viva de la creatividad y el aprecio de MMC. Este año, su No están, un cuadernillo de cuatro hojas (15 x 10,5 cm), cubierto con papel vegetal y unido por una cinta dorada, nos trae una emotiva constatación de las ausencias («Han pasado muchos años desde que se han ido (¿se han ido?), pero este año se me ha ido tanta gente, tanta, tanta, que no puedo hacer como si no pasara nada») y una despedida jubilosa («Cuando recibáis mis mejores deseos para el año 2018 es muy posible que yo ya sea libre de verdad, que haya dejado de trabajar con horario de piñón fijo y órdenes absurdas»). Los copiados son los dos únicos párrafos, de dieciséis, me parece, que no traen esa letanía pagana y personal del «No están» que explica este presente, este aguinaldo, que tanto sentimiento comparte —comparto yo, que soy el que lo recibo— con los aguinaldos que enviaba Víctor Infantes a sus amigos. Y una triste diferencia con el que manda Matilde Muro. Que Víctor ya no está. Eso, No están.
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