«No sé si está mal decir que es un privilegio trabajar en lo que me gusta. Me acuerdo de mi hermano José María leyéndome por las noches los poemas que él adoraba, y me acuerdo de mis reniegos veniales alegando sueño y la ironía que gastamos hoy a costa de mi dedicación y de aquel cuarto con dos camas. Me acuerdo de Felipe, mi profesor de literatura en el instituto, que llegó después para empujarme hacia esta realidad visible. Hoy sigue enseñando, y se ha convertido en un consumado pianista y un experto en lenguaje musical y en Alban Berg, música y palabra. Quizá mañana yo, gracias a mi hermano, a mi profesor de antaño y a la literatura llegue a ser un buen reponedor en un hipermercado, que es uno de los mejores oficios para empezar a ser alguien.» (El trabajo gustoso. Un cuaderno de clases, Mérida, ERE, 2002, pág. 18). Escribí esto hace más de quince años. Hoy, la periodista extremeña Pepa Bueno ha dicho en Hoy por hoy, el programa que dirige, que uno de sus mejores profesores fue el que le dio literatura en Bachillerato en Badajoz, quien verdaderamente le enseñó a leer y a valorar la palabra escrita. Se llamaba Felipe Hernández —ya se refirió a él en otro lugar— y le regaló una edición de La realidad y el deseo, ha dicho. Estoy convencido de que hablamos de la misma persona.
Felipe Hernández fue también mi profesor de literatura en el IES "Reino Aftasí" de Badajoz. Yo también le debo mucho.
ResponderEliminarUna broma que yo hago es que yo soy Felipe II, ya que ocupo circunstancialmente el hueco que, al jubilarse,él dejó en el IES Bioclimático. Obviamente, no hay color. Es una persona genial.
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