Otra mala noticia. Ayer, viernes 2, pasadas las nueve y media de la noche, en un correo electrónico mi compañero José Roso me comunicaba que acababa de saber que había muerto Víctor Infantes, catedrático de literatura española en la Universidad Complutense de Madrid, investigador de la Edad Media y del Siglo de Oro, experto bibliófilo. No podía creerlo. Nada sabía de una enfermedad grave, salvo sus achaques en una pierna por un percance de hace unos años. Hace menos de quince días atendió amablemente a una alumna mía de máster sobre una consulta sobre Bartolomé José Gallardo, y el día 24 de este mes pasado le escribí agradeciéndoselo. No he podido saber más que la confirmación de la noticia, por parte de algún colega; y nada de Nieves Baranda, su esposa, catedrática de literatura española en la UNED. Solo en Wikipedia encuentro la fecha de su muerte: 30 de noviembre de 2016 (*). El mismo día que ha muerto mi madre. No sé qué pasará este año con su puntual aguinaldo de todas las Navidades, en compañía de su inseparable, en materias tipográficas, José Manuel Martín, de Gráficas Almeida de Madrid. Ojalá perviva, en memoria de Víctor. A finales de marzo de 2003, la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx) homenajeó a Víctor Infantes en el Día del Bibliófilo, cuando todavía se celebraba en Trujillo, y en la hoja volandera que siempre se edita, en la Gazetilla de la UBEx. Aldabada de la España profunda, publiqué un texto sobre él junto a una entrevista («Los libros: esos maestros de vida») que le hizo Paloma Morcillo Valle. En marzo de 2010, Víctor Infantes dictó su conferencia «Antonio Rodríguez-Moñino (1910-1970): la memoria impresa de una vida» en la Biblioteca Pública de Cáceres, como acto inaugural de la conmemoración del centenario del nacimiento del insigne bibliógrafo extremeño —al que pertenece la foto de arriba. Al concluir aquella conferencia, una señora se acercó a la mesa para felicitar a Víctor por su extraordinaria semblanza y le agradeció muchísimo haberle enseñado que Rodríguez-Moñino era algo más que el nombre de la calle en la que ella vivía. Luego participó como coordinador del simposio que celebramos en Cáceres («Antonio Rodríguez Moñino en la cultura española (1910-2010)») en noviembre de ese mismo año 2010. Recupero en las siguientes entradas el texto que escribí para aquel homenaje de los bibliófilos extremeños. Nótese, marzo de 2003.
(*) Pero 1 de diciembre de 2016.
(*) Pero 1 de diciembre de 2016.
Me enteré hoy al mediodía de la noticia y no me lo puedo creer. Hace ocho o nueve días recibí un correo suyo. Fue mi profesor en la Complutense; el que transmitía un mayor entusiasmo por la literatura y los libros. Cada vez que me lo he vuelto a encontrar -en la librería Visor, en Gráficas Almeida-, ha sido una fiesta intelectual, un rato de risas y de alegría. No me consuela pensar que nos quedan sus libros, pues nos falta él.
ResponderEliminarResuenan ahora en mi cabeza cada una de sus palabras. Como dices, amable y dispuesto desde el momento que supo que necesitaba contactar con él.
ResponderEliminarAhora guardo en un pequeño cuaderno violeta unos valiosos juicios que, si todo va bien, verán la luz el año que viene.
Otro fuerte abrazo, Miguel Ángel.
Mi más sentido pésame.
Mabel
Consulto hoy (4-12-2016) la Wikipedia y da como fecha de su muerte 1 de diciembre.
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