martes, noviembre 01, 2016
Mañana no vengo
Me lo dice alguna vez un compañero que pasa en mi Facultad más horas que las que están funcionando el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno. Es noticia. Por eso avisa: «Mañana no vengo». Parece una frase tonta; pero dicha por cualquier trabajador que no sea profesor de universidad, como mínimo, implica un certificado médico, un descuento de la nómina, un justificante o una amonestación del jefe. Por eso me llama tanto la atención que algunos colegas se quejen. Incluso del horario. Es una vergüenza. Decimos todos que en esta Universidad terminamos el 20 de julio —algunos— y comenzamos las clases antes que los niños de Primaria. Es verdad. Y en agosto hay profesores —algunos— que atienden por correo electrónico las consultas de los estudiantes que tienen que presentar sus trabajos de fin de grado en los primeros días de septiembre. Pero cualquier queja dicha en medio de la calle, con la que está cayendo, supondría, cuando menos, una amonestación, un certificado médico, un descuento en la nómina. Una merma de dignidad. Quizá también me llama la atención escuchar en la calle lo de «Mañana sí voy». Sobre todo, si se trata de alguien que ha encontrado trabajo.
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