[I] Es llamativa la distancia aparente que hay entre la lista de los libros más vendidos de poesía que publica un suplemento como El Cultural y los libros de poesía que se reseñan en sus páginas. No hay casi ninguna coincidencia. Los críticos nunca hablarán de Cuando abras el paracaídas, de Defreds (el vigués José A. Gómez Iglesias), o del último libro del guitarrista de Vetusta Morla Guille Galván, Retrovisores. Sus lectores no comparten los mismos mundos. Y añado: creo que leen géneros distintos. [II] Llevo unos cursos dando clases de una asignatura sobre fuentes para el estudio de la literatura española, una asignatura práctica que me gusta cómo llega a mis estudiantes. Al principio, les hablo de las fuentes primarias, de los textos como el punto de partida de todo. Y, en efecto, partimos de un texto manuscrito de un poeta —pongamos Blas de Otero— y cómo ha sido editado desde un primer testimonio de puño y letra de su autor. Desgraciadamente, los ejemplos de torpeza y descuido en la presentación o transcripción de un texto literario vienen de la red, en la que parece que vale todo por una incomprensible relación que alguien ha establecido entre la gran difusión, la calidad escasa y el mal gusto. Concluimos en clase que no costaría ningún trabajo que con la versatilidad de la red se aplicasen los mismos criterios que ya han funcionado desde siglos en la presentación de textos impresos. Sin embargo, no sé qué tendrá el medio para que un poema mostrado en una página de divulgación poética se vuelva fucsia sobre fondo negro, se enmarque con una orla dinámica y con destellos, o su tipografía sea la más elegante de la maleta de fonts. Para gustos, los colores; pero en literatura, rigor. [III] Lo peor de todo es la difundida ignorancia de que un soneto u otro poema, estrófico o no, se transcriba con sus versos centrados. Lo he visto en libros con pretensiones de exquisitez; lo veo en la transcripción de poemas en los trabajos fin de máster de algunos alumnos, y con insistencia en las revistas de ferias de los pueblos cuando llegan las páginas de creación. Están los versos centrados en Avuelapluma, el semanario cacereño, e incluso algún amigo me ha enviado los suyos así. Y es una plaga en la red. ¿Alguien podría ayudarme a explicar que un verso no es una línea cortita que queda mejor al centro, como un plato compartido?
Menos mal que le echas humor.
ResponderEliminar(Pero había que contarlo).
No sé si es herejía hacer un mínimo cambio a una expresión de este soneto de Lope. Pues cuando lo leo, y mucho más cuando al recordar recreo lo que leo, me viene más bienr: "¿Que procura / Amor con tanta fuerza en mí sentido?", así acentuado. Que tal vez es un capricho mío. Y sin saber del todo cuál es el texto definitivo, pues en lo que tengo a mano tanto he visto Amor con mayúsculas como en minúsculas. Y estos pequeños detalles (una coma, una mayúscula, un acento) supongo para nada banales en un poema, máxime cuando proviene de estos siglos, y su autor, con sus costumbres de entonces al escribir, ya no puede sacarnos personalmente de la duda.
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