¿Para quién escribimos cuando reseñamos una obra literaria o hacemos la crítica de un espectáculo teatral o una película? ¿Para qué lector? ¿Escribimos realmente para un público común que busca en el periódico una opinión que le invite a ir al cine o a leer un libro? ¿O es que consideramos que el lector medio tiene un nivel cultural alto que autoriza referencias cultas muy cultas? ¿Escribimos, quizá, solo para nosotros? ¿Para quién escribió Javier Vallejo su crítica en El País (14.4.2016, pág. 28) de La Celestina de José Luis Gómez en el Teatro de la Comedia de Madrid cuando nos dejó esto?: «La interpretación de Gómez se apoya en una composición física sin amaneramientos, de tradición oriental (aunque por lo que se complace en ella evoca la mímesis de Kemp antes que la manera introspectiva en la que Kazuo Ōno se transfiguraba en Antonia Mercé en Admirando a La Argentina) […]» Escribimos, pues, para iniciados. Si no, Javier Vallejo habría explicado... No, no escribimos para el público no especializado que lee el periódico. La competencia del lector de Vallejo debe de ser la misma que la de aquel comentarista futbolístico que habló del autobús de Maguregui como variante del catenaccio italiano, valga la redundancia, enfrentado al tiki-taka que difundió el llorado Montes. Para entendidos (*). Será así. Según sentencia del medio.
(*) Se admiten comentarios no anónimos que pongan notas al pie a este texto. A Kemp, a Kazuo Ōno, a Antonia Mercé y a Admirando a La Argentina, a Maguregui, a Montes, al autobús...
No he visto la versión de José Luis Gómez, pero en su día me sorprendió lo negativo de esta crítica y me llamó especialmente la atención el párrafo (ridículo) que dedica a denunciar la fonética de la interpretación de Gómez, sin duda uno de los mejores hombres de teatro españoles. Qué falta de memoria y de justicia, aun en el caso que pudiese tener aquí algo de razón. Es curioso también, por decir algo, que en El País escriban a mandoblazos las críticas de teatro y cine (caso Almodóvar, por ejemplo), mientras que en las reseñas de libros son todo de algodón. Disculpa que no ponga ninguna nota al pie a tu sugerente texto.
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