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Cuando uno llega en coche a las inmediaciones de El Torno (Cáceres), en el Valle del Jerte, al salir de una curva se encuentra con este monumento excepcional. Nos lo topamos sorpresivamente el último viernes de mayo —el día que murió Santiago Castelo— en una excursión fallida que hicimos a la Garganta de la Puria, pues no creíamos que este recordatorio tan visible estuviese a ese lado del pueblo. Sabíamos de él; pero no de su lugar preciso. Sorprende, conturba y emociona, en este orden. Sorprende y conturba por encontrar en aquel paraje una presencia así. Emociona por el significado que tiene este recuerdo dedicado «A los olvidados de la guerra civil y la dictadura» que promovió a finales de 2008 la Asociación de Jóvenes Comarca del Jerte y que a poco de su inauguración en enero de 2009 fue tiroteado por algún furioso intolerante. En un lugar con vistas tan admirables emociona también por reivindicar una memoria histórica que en esta España de todos los demonios todavía sigue siendo una carrera de obstáculos, como este lunes recordaba Almudena Grandes, para los descendientes de quienes hicieron nuestra más digna intrahistoria y que se sienten despreciados por los que gobiernan el país en el que viven. Esto, como recordaba la escritora, mientras los Reyes de España homenajeaban en París a los españoles de «La Nueve» que liberó la capital francesa de la ocupación nazi. Puro grumo, sí. Hay que pararse un rato apacible en este mirador de la memoria.
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