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Como siempre, en primera fila.
Instalado en casa, cómodamente instalado en mi salón, un año más volví a ver y
a escuchar el discurso del Premio Cervantes ante SS. MM. los Reyes de España en
el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Disfruté con lo dicho por
Juan Goytisolo, que tituló su texto A la
llana y sin rodeos, con la expresión que don Quijote utiliza en el capítulo
XXXVIII de la segunda parte de su novela. El discurso puede leerse ya en los
medios; pero sin la dedicatoria inicial: «Quiero dedicar este Premio Cervantes
de 2014 a mi maestro don Francisco Márquez Villanueva, catedrático de la
Universidad de Harvard, in memoriam;
y a los habitantes de la medina de Marraquech, que han sabido acogerme con
cariño en esta etapa incómoda de la vida que es la vejez». No defraudó el
escritor a quienes esperábamos el «fermento contestatario» de su escritura y
que aludiese a la verdad menos vistosa de España —«paro, corrupción,
precariedad, crecientes desigualdades sociales»—, de la que son responsables
algunos de los que estaban sentados el jueves en la presidencia del acto, desde
el rey al ministro. Concluyó con el contundente «Digamos bien alto que
podemos», que ha llenado los titulares. Pero de su discurso también pueden
extraerse constantes conocidas de su posición ante la literatura: su rechazo a
la vida literaria, su reivindicación de la modernidad de cierta tradición, y,
más allá, los valores destacados por el jurado del premio anunciado el pasado
24 de noviembre de 2014: «su capacidad indagatoria en el lenguaje, sus
propuestas estilísticas complejas y su apuesta permanente por el diálogo
intercultural». Más allá, porque Goytisolo se siente muy ajeno a estas síntesis
exaltadoras y a este modo de celebración. Como el viernes, fatigado, buscando
una columna o una pared donde sostribarse unos segundos con la mano de riñonera
mientras era entrevistado, o a la espera de Sus Majestades Graciosas, tan
espléndidamente retratadas en su integridad sobrehumana en Juan sin Tierra (1975). La mejor crónica que he leído de lo
ocurrido la mañana del viernes en el paraninfo complutense lleva la firma de
Javier Rodríguez Marcos, y lo he imaginado disfrutando de la conversación en
casa del escritor hace unos días o mientras escribía el relato de la entrega
del premio, como tantas veces cuando ha escrito sobre el autor de Paisajes después de la batalla (1982) he
recordado nuestras conversaciones y un brillantísimo ensayo sobre La saga de los Marx (1993) que me entregó en un
lejano curso de doctorado (1993-1994) sobre nuestro Juan Goytisolo hoy Premio
Cervantes.
Mi amigo Antonio Sáenz de Miera publica en su ALLENDE GUADARRAMA esta opinión sobre el discurso de Goytisolo: https://allendeguadarrama.wordpress.com/2015/05/05/cervantes-goytisolo-y-el-teatro-de-la-vida
ResponderEliminarCon todo respeto, empecé a leerlo pero no pude acabar, es muy corto de miras y flaco en lucidez, en definitiva tiene aires de sentimentalista pero no alcanza a ver más allá de su ombligo
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