Acabo de recibir el último número de la revista Dieciocho, que, aquí, en este blog, ha salido más de una vez. Me ha llegado con un papel que trae en cuerpo 22 —más o menos— el aviso de «SEND NO MONEY» y debajo la explicación en inglés y en español de que «El presente número de Dieciocho será el último que aparezca en papel. A partir de la próxima entrega (38.1, primavera de 2015) la revista se publicará en formato digital y será completamente GRATUITA. Si desea Vd. estar informado de la aparición de los sucesivos números, envíe, por favor, un mensaje electrónico a dtg@virginia.edu». Es un signo de los tiempos que corren esta conversión del formato de la difusión de un conocimiento que antes solo concebíamos a través del papel impreso. Sin embargo, sería absurdo pensar que el formato puede repercutir en la calidad del contenido. No en este caso, sin duda. Voy a ahorrarme el dinero de la suscripción y también ganaré espacio en casa para otros volúmenes; pero voy a perder el gusto de pasar estas páginas que, desde sus primeros números, han experimentado un cambio para bien realmente notable. Este último número, el segundo de 2014, del volumen 37, lleva su cuerpo de artículos, su informativo «Cajón de sastre bibliográfico» y sus reseñas, y está cerrado con un cariñoso recuerdo firmado por David T. Gies, director de Dieciocho, del querido Russell P. Sebold (1928-2014). Larga vida a Dieciocho en su nuevo formato.
Aprovecho para dejar aquí constancia de mi homenaje a esta publicación y a quienes la han dirigido desde su fundación. Un ejemplo.
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