Me llamó la atención leer en El Cultural el viernes pasado, 6 de junio, el titular «Okupando clásicos» que encabezaba el reportaje sin firma sobre los festivales teatrales de la España veraniega, desde el de Cáceres —menos mal que de este solo se reseñaba el teatro— hasta el de Chinchilla —no se mencionaba el Festival de Alcántara. La apropiación del título de la obra de Isidro Timón habría sido indebida si no se notase tanto que al redactor de la noticia le gustó el hallazgo, ya que mencionó la obra y eligió como foto para ilustrar la cabecera del artículo una fotografía del montaje en la que aparece el actor Javier Uriarte en su papel de Alberto, un estudiante de teatro que, junto a su amiga y compañera de estudios Mayca, se cuela en un teatro abandonado en el que conocen a su único habitante, un antiguo acomodador con quien reviven la magia de los textos clásicos. Es una sinopsis de la obra que anoche se representó en el Gran Teatro de Cáceres ante un público compuesto en su mayoría por familiares, amigos y conocidos de Isidro Timón; o lo que es lo mismo, significado y notable. Okupando clásicos es una prueba de amor y vocación por los grandes textos teatrales. Y digo textos porque son los textos —trozos escogidos de La vida es sueño, El vergonzoso en palacio, El castigo sin venganza, El avaro, Hamlet...— los protagonistas de esta pieza en la que sus ejecutantes no tienen más medios que los restos del vestuario marchito de un teatro decrépito. Con ellos, el trabajo más que notable de unos actores que saben comunicar el espíritu de un autor que siente el teatro de la manera que lo siente Isidro Timón, con la fascinación del primer día de quien se sigue admirando por una forma mágica de poner la palabra en escena; y con la necesidad de transmitirlo para educar su gusto. Y es que Okupando clásicos es también una propuesta pedagógica; y yo me la imagino como una eficaz introducción a cualquier muestra de teatro clásico. O sea, una loa, una pieza breve —no dura más de una hora— que sirve de preludio para preparar al público para el espectáculo. Y bien que lo prepara con este montaje de «ZTeatro» bajo la dirección del citado Javier Uriarte y, con su interpretación, la excelente de una actriz como Raquel Torres y la de un Juan Carlos Tirado muy sólido y experimentado, a quien sigo desde sus trabajos vinculados en «Taptc? Teatro» con La Luna de Mérida y Juan Copete, por poner dos ejemplos. Vuelvo sobre lo dicho: Okupando clásicos, una loa atrayente.
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