Mi madre valora que el agua del grifo salga caliente. Ella vivió una época en la que calentarla para lavarse costaba mucho. Yo también recuerdo vagamente los baños de los sábados y el agua caliente con la que se llenaba en casa una bañera con patas. En aquel tiempo en que había un retrete fuera, en el patio del pozo, las pilistras y los gatos. Le noto la memoria en las manos cuando la ayudo a lavárselas. La memoria que el otro día vi en unas palabras sencillas, una especie de orden amable: «—Enciende la luz del paso». No encuentro en los diccionarios el significado de paso como pasillo. Sí el de un lugar adecuado para pasar, pero no referido al ámbito doméstico de una casa, como lo hace mi madre. Así, «el paso». Hay días en que ella no reconoce la casa en la que está; pero el paso es el paso, el de siempre, el que conduce a todos los momentos.
La luz del paso. Qué imagen más bonita.
ResponderEliminarQue el paso sea propicio este año. Y bonito.
Magnífico, Miguel. "Le noto la memoria en las manos cuando le ayudo a lavárselas". Compartimos memoria y manos. Un beso, hermano.
ResponderEliminarMuy hermosa y llena de ternura tu nota. Aunque a veces no se entere, no dejes de besar a tu madre siempre que puedas. Eso que te llevas tu. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a todos. Gracias, Fernando, ¡cuánto tiempo!
ResponderEliminarAbrazos