lunes, diciembre 02, 2013

Glorias de Zafra (II)


A la puerta grande de la Plaza de Toros de Zafra, frente a la casa de mi madre, el sábado de la última feria de San Miguel hubo una concentración en protesta por la fiesta nacional. No llegaba el grupo a las cincuenta personas, pero se hacía oír. «¡Abolición, abolición!», «Tortura animal, al Código Penal», «Esta es la vergüenza nacional», gritaban los reunidos la consigna que marcaba un megáfono que sostenía una joven con pantalón corto y una camiseta negra igual que la de la mayor parte de los que protestaban. Soy partidario de los toros y no me considero un aficionado entendido. Simpatizo y, sin embargo, no me gusta mucho de lo que rodea a la fiesta, esa España cañí, esas mujeres, esas cabezas con gomina y figurillas de torero en quienes no lo son ni lo serán nunca. Pero los que aquel día eran animalistas me conmovieron cuando vocearon «Más maestros, menos toreros». Y me tuvieron —y me tienen— contra ellos cuando, delante de la casa de mi madre, decían «Plaza de toros, demolición» y «Esta plaza la vamos a cerrar». Hay que ser cafre para decir «Todos los toreros, como Paquirri». En la prensa, aquel domingo siguiente, casi lleno en tarde apacible, con salida a hombros de El Juli. No creo que conformase mucho a los protestones que uno de los toros de El Juli fuese premiado con vuelta al ruedo. Ese domingo no hubo protestas. Era una novillada. Seis novillos y seis novilleros; uno de ellos, un rubito al que vi cómo quiso, pinturero, dar media verónica a un coche de la Guardia Civil, que se encaró con el menguado, lógicamente. Una corrida de toros en Zafra, que también seguí en directo por el televisor. La faena la remató mi madre cuando me dijo, al acostarla: «Muchas gracias por todo». Un heptasílabo imposible de gritar.

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