Dos de la madrugada. Regresan de una boda. El padre habla demasiado alto para las horas que son. Camisa blanca y chaqueta sobre el brazo, con la compostura de un mozo de espadas. Habla sobre lo que la niña que va a su lado que dice vamos a ver padre se tambalea replica para que la dejen estar un rato con los primos que están de copas. Detrás, la madre, con paso vacilante por los tacones. Los pies hinchados, seguro. Se alejan. Ay, ese padre de embriaguez lastimosa con la corbata como una soga.
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